Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

julio 24, 2008

Autobombo

Queridos amigos, compañeros todos:

Me alegra y me emociona mucho presentarles este video. Recordarán mi cuentito de 120 palabras que fue seleccionado como uno de los ganadores del concurso de Televisión Nacional de Chile que se llama ”Chile con mis ojos".

Pues parte del premio es que hacían un video y lo pasan en todo el mundo por la señal internacional.

El video es este:



Y la voz que se escucha es la del actor chileno Pepe Sosa:



Y ya. Eso era.

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julio 18, 2008

Dirección exacta

Yo soy esa, la que llega, 10 para las seis de la mañana, que se quita los pantalones en el mostrador mientras me revisan el carnet para no perder tiempo en vestidores. La que llega ya cambiada. La que estrena la ducha de agua helada y se moja solo la espalda, mientras piensa en la contradicción enorme de los años en que evitaba el baño los sábados y Mimí le revisaba precisamente eso, la espalda, para darse cuenta de que era mentira que había pasado por agua, a pesar del paño húmedo, a pesar de las pestañas con agua.

La que siente por ratos que odia al señor mayor que se apropia del primer carril y que una vez incluso de una patada me empujó mis chancletas al segundo.


La del vestido de baño azul oscuro que ya está un poco raído. La que cuando va nadando de repente se pregunta si se habrá rasurado. La que se oye como un intento de ahogo cada vez que toma aire. La que nada con desgarbo y despacito, pero por dentro se siente casi sirena. La que insiste en 40 piscinas, entre libre, dorso, patadita y paletas. La que se hizo compita del gordo bajito porque concluimos que los dos nadamos al suave, lentito.

La que refunfuña bajo el agua cuando ve que se acerca la europea reflaca que parece no conocer el invento de la Gillette y que por la pinta de las axilas y ese acento que pareciera alemán fue bautizada como “la Selva negra”, que me obliga a compartir el carril y casi a ser atropellada, porque Selva Negra nada mucho más rápido. Y además con más gracia.

La que quiere aprender a dar la vuelta. Ese giro en el agua que se ve tan fácil y tan elegante. El que hace la muchacha de la gorra turquesa. La que le pregunto al profe si le podía dar una clase teórica de dos minutos y el profe me dijo que tenía su toque y que no era tan fácil y entonces me resigné y ya aprenderé por mi propia cuenta.

La del ridículo de la bata de paño morada, pero super útil para la manejada de vuelta y para no tener que cambiarme con las demás señoras del Sello de Oro que llegan a nadar a la misma hora.

Esa.

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julio 14, 2008

Banalidades

Cuando no había Cable, Miss Universo era uno de los puntos altos del acontecer televisivo. Se daba taco a taco con los toros o el tope de fin de año. Una jugaba a Miss Universo. Yo siempre perdía. Por tandeada.

Ahora hay tantas misses de todo, que pasan sin pena ni gloria a lo largo del año. Hoy ya nadie les discute eso de apoyar activamente la explotación de su cuerpo y se acepta que hayan elegido la condición de objeto sexual como profesión mientras la gravedad no dicte lo contrario. Es la versión criolla de la tor-model de 1,65, mucho gimnasio y silicona.

Por esta época del año abundan los reportajes de que la Miss ya se fue al destino, que las maletas, que la comida, que la falta que le hace el novio/el perro/la familia, que la compañera de cuarto, que la competencia, que la Miss Uzbekistán le hizo unos ojos, que este año sí está segura que se lleva la corona. Y todos los años, nada.

Yo, al menos un lunes del año, me compadezco cuando veo los resultados de esta banalidad en primera plana y pienso en qué sentirá la Miss de este potrero después de tanta alharaca de estoy segura que este año la pego. Si se sentirá triste, decepcionada, si al cabo que ni quería, si ni siquiera se lo planteaba como algo cierto, si nadie le quita lo viajado y si lo importante será volver a la patria para salir ensalchichada en telas brillantes y enaguas muy cortas en programas de tele, carreras de carros, conciertos o desfilar en calzonillos ante un montón de borrachos con celulares en la mano. Total, el trabajo- del que sea- dignifica. O tal vez es que tengo una cochina envidia mal manejada. Ni que ser abogada fuera un gangón. Así que en la de menos.

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En un viaje cualquiera a Puntarenas, me enseñaron una casa en lo alto de una colina. “Allí vive Alfredo, príncipe de Prusia” . Y me dijeron que así, justamente, decía en la cédula. Primer apellido príncipe, segundo apellido de Prusia. Yo no podía creer que tuviéramos realiza exiliada en ambientes tropicales y menos tan cerca de Esparza.

Su silencio y su renuencia al bombetismo, aumentaban mis dudas. Para mí, señal indiscutible de su exquisita educación europea eso de no andarse venteando con los conocidos ni rajando con los títulos de nobleza. Siempre quise saber más. Me lo imaginaba con una banda que le cruzaba el pecho, casaca azul profundo, pantalón de raya perfecta con cinta al lado y esa leve inclinación de la cabeza al saludar del que lleva siglos de fineza en el pedigrí.

Pero se mantiene el misterio. De vez en cuando algún campo pagado en el periódico exigiendo a alguien que se retracte o un poco de explicaciones que solo entendía el destinatario. Hasta que la semana pasada, la Extra hizo fiesta con lo que nosotros llamamos chismes judiciales. Y satisfizo al montón de vinos que ni sabían de su existencia pero que ahora comentan con toda autoridad la noticia.

Además de pensar en las Misses, un lunes como éste pienso también en el Príncipe. Y me imagino que estará sumamente mortificado y tal vez un poco triste, de saberse en la boca de todo el mundo, opinando de lo que no saben, sedientos de morbo (incluyéndome, claro)

Nota de Sole: El Antídoto dice que yo siempre me ando compadeciendo cuando decido unilateralmente que alguien que está solo, está necesariamente triste. Es cierto. Siempre pienso eso. Será que para mí la soledad siempre ha sido algo a vencer, no algo a aceptar. Convivir o conceder a la soledad es para mí el equivalente a rendirse. No me imagino una soledad alegre. Tal vez solo para tomar impulso, para reflexionar. Pero no por mucho tiempo.

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julio 08, 2008

De cómo la historia afecta el idioma

Cuando el mundo se partía en rojos y los demás, había ciertas frases en el lenguaje que eran divertidas, llenas de sentido y de uso amplio y popular. Sin embargo, a casi 20 años de la caída del muro, ya han pasado a ser propiedad exclusiva de esa generación que creció en medio de la guerra fría o nadie recuerda su origen. Para la historia, algunos botones:

“el equipo de mujeres de natación olímpica de Alemania Oriental”

“es como un tanque ruso”

“yo me hice el soviético”

“me tienen como en Siberia”

“Los helados unidos y la unión sorbética”

“Yugoslavia” (yo me pierdo en los mapas actuales de Europa y Asia, sobre todo de Italia a la derecha y hasta llegar casi a China)

“nenenene qué vasaser, cuando aaaal-guien a-pre-tel bo-tooooooón”

“carros lada”

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julio 04, 2008

¡Ah pecaos más negros!

Primer pecadito: No, no fue el ejército colombiano. Fueron veinte millones de dólares pagados por los gringos. Porque no eran contratistas de construcción los tres machillos que venían con Ingrid. Eran agentes de la DEA con rango de investigadores del FBI. Y tampoco se fueron los 20 millones a las FARC. Dos de esos se usaron para pagarle a los especialistas israelíes por la planeación logística, porque en eso son unos arrechos. Y no lo digo yo, ni lo dice el Granma de Cuba ni ningún periodicucho trasnochado rojo-venezuela; lo dice la agencia Reuters, en Suiza. O sea, agencias serias confirman lo que ya América Latina sabe hace tiempo: la inteligencia militar es un contrasentido en sí misma.


Segundo pecadito: A todos los admirados de la reducción de carros en las calles, que apoyan las acciones del gobierno y se tragan las confirmaciones diarias del tema en las noticias, espero que hayan considerado que, además de que la gasolina está demasiado cara, da la enorme casualidad (y es que qué haríamos sin las casualidades o sin noticieros a quienes creerles) que escuelas, colegios y universidades están de vacaciones. Pérensen a agosto pa’ que vean… ah, no perdón. Van a estar encerrados en la casa las 24 horas de la restricción vehícular. No van a poder ver nada. A menos que encaramados en tacones, con la lactoc en la mano y el celular en la otra, el bolso guindando de un hombro y la ponchera del otro, se vayan fijando por la ventana cuando van montados en Sabana Cementerio. Que es lo que me tocaría a mí, por ejemplo, si me la tomara en serio.

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julio 02, 2008

Perdiendo la cabeza

En 1978, dos hombres hacían suspirar a mis tías maternas: Julio Iglesias y José Luis Rodríguez, el Puma. Y es que antes de que “Agárrense de las manos” fuera himno de pachuchos que darían el alma por la Sele y embargarían el salario por ir a todos sus partidos, el Puma se perfilaba como el elegido para sustituir al magnífico Sandro de América como sex symbol latinoamericano.

Tenía todo: el cuerpo, la piel bronceada, los ojos mataores, el pelo largo y peinado con secadora, la novela donde manejaba un convertible blanco sin despeinarse, la camisa abierta hasta el ombligo y por dicha, un pecho lampiño. Ah, y las chiquillas que le llovían derretidas. A Julio Iglesias los zapatos blancos sin medias, a lo sátiro o narco, le quitaba puntos. Además, la distancia. En esos tiempos, España quedaba muy largo.

Cuando yo le preguntaba a mis tías porqué siempre había que oír los mismos discos y qué me explicaran por caridá qué era lo que tanto les gustaba, me respondían con suspiros. Yo quería entender si ellos eran hombres guapos. La explicación más elaborada que me dieron fue “ Se imagina Tostada? yo con cualquiera de ellos me casaría” ("Tostada" era yo. Todo un esfuerzo lingüistico para no decirme negra. O que les daba vergüenza que yo no fuera blanca. O les recordaba a Alejandro, mi papá, que era casi casi indio. Y de ese Alejandro, aunque ya estuviera muerto, no se hablaba en esa casa.). Lo raro era que todas eran casadas. Y ninguno de los maridos se parecía al Puma. Ni a Julio Iglesias.

En fin, el misterio de los cantantes, en lugar de aclararse, se ponía cada vez más turbio. Hasta Missis Rodríguez se sonrojaba en mis clases de primer grado cuando nos decía que los chiquitos de la edad de uno, no deberían ver novelas. O se reía picarona cuando alguno en la práctica de español, escribía con su letra temblorosa “El Puma amasa la masa”

No había forma de escapar el fenómeno de las masas. Y yo, sin querer, fui víctima de eso: Un día, en un recreo cualquiera, mi amigo Alejandro, se me acercó. En lugar de pedirme que fuera su novia, como decían las malas lenguas en el recreo, desafinadamente me advirtió cantando que iba a perder la cabeza por mi amor.

De repente lo veo, al chiquito blanco de cachetes sonrosados, el pelo rubio y colocho desordenado, sus pantalones cortos y la camisa gris de primer grado y cantando, a la par de la iglesia del Saint Francis, esto, que terminó por convertirse en una de mis canciones favoritas:



De la emoción ni siquiera pude pellizcarlo.

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julio 01, 2008

Tendencias de la moda

A mediados de los ochenta, era indispensable en todas las muñecas, un reloj que soportara y funcionara al menos unos treinta metros bajo el agua. Si brillaba en la oscuridad con luces verde-fosforescente, mejor. Sumamente útil en caso que cualquier día de repente tuviera uno la necesidá urgente de recorrer algún guindo del fondo marino.

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