Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

junio 26, 2007

El reencuentro

Un día pasó que Ella se levantó y era una viejita.

Entonces le da un dolor que no la deja levantarse, un ahogo repentino como la nostalgia del asma, una calentura misteriosa. Sola. Y llora. Por orgullo no llama a nadie y llora.

Cuando me cuentan, yo me le planto y de brazos cruzados, en un tono seco, le advierto que tiene que ir al médico o por lo menos avisarme.

Ni siquiera me enfrenta, como antes. No hay gritos. Se mira las manos envejecidas con las manchas cafecitas de la edad y se le llenan de agua los ojos

“No” – me dice- “Yo quiero volver a ver a Alejandro

Y se levanta y me deja hablando sola y mientras camina hacia cualquier ventana, se apoya en el vidrio y repite, bajito

“Quiero volver a ver tu papá”

Y entonces soy yo la que llora. Alejandro lleva más de treinta años de muerto.

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junio 25, 2007

Farben

Me gustan los colores rabiosos

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junio 22, 2007

Esquelas

De Mimí me quedó la maña de leer el periódico de adelante para atrás y detenerme en las esquelas. Adopto pose, levanto la barbilla y achino los ojos mientras escudriño las vidas ajenas encerradas en sus cuadritos. Ahí me entero de hijos por fuera, divorcios, hijos afectivos, fieles servidores, relaciones comerciales y otras hierbas. Y si de casualidad conocía a uno de los mencionados en las esquelas, me pongo al día en su vida familiar y si me los topo, doy un pésame educado con la frase aquella de “no sé qué decir…” mientras lo abrazo y me abstengo de preguntar, por ejemplo, por la novia con la que evidentemente nunca se llegó a casar.

Es un asunto de mero trámite. Pero a veces, hay esquelas con mensajes personales, de los hijos, los amigos, la pareja, de los que se quedaron atrás. Se olvidan que es un anuncio público del deceso y lo convierten en una tarjeta postal al más allá. A veces lo rematan con una foto sonriente del muerto. A veces los mensajes son tan personales que se siente uno mal y avergonzado de conocer el dolor ajeno.

Hay gente que lo considera cursi y de mal gusto. Yo, por morbo, esas siempre las leo. Esas, a veces me hacen llorar.

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junio 19, 2007

Estudios superiores

Si yo fuera milloneta o hija de milloneta o esposa de milloneta o simplemente libre, me metería a una maestría de lingüistica que siempre que veo anunciada en la UCR. Para mi trabajo de graduación investigaría el origen y el sabor de expresiones como "gozada", "esperate y verés", "concho" y "corronguera". Recorrería el país buscando viejitos solo para que me hablen, para comparar y medir los cambios, para preservar la música que tenía el idioma hace ochenta años, para lamentarme del uso masivo del tú y del spanglish, del vernos tristemente estandarizados.

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junio 14, 2007

Myth busters, o lo que NOS depara el día...

La lectura dedicada de los astros de cuatro aprendices de Walter Mercado dicen que:

La versión conservadora pro-TLC: En amor tenga los pies en la tierra. Deberá hacer que sus talentos naturales sean la piedra angular de su éxito. Una tarea laboral deberá planearse mejor. (La Nación).

La versión conservadora- disimulada y colorida: Dele vía libre a sus conocimientos y personalidad. Buen momento para estudiar, ser más reflexivo y cuidadoso al expresar sus conceptos. Haga un pare, descanse, relaje la mente y controle los nervios. Hoy la Luna le sugiere ser objetivo en su vida profesional. Así saca el máximo fruto de su creatividad. (Al Día)

La versión sabor y pueblo: La posición es más agresiva y menos afectiva, con espíritu aventurero más acusado de lo normal. Es caritativo y presta atención al mejor lado de la gente en la medida de sus posibilidades. (Diario Extra el madrugador)

La versión empanada de pino y vino tinto, desde el sur del mundo: Si le tocó perder no se desanime ni desespere. Ya le tocará ganar, entonces todo será color de rosa. Peligro de enfermedad contagiosa, no grave pero molestosa. Cuide sus animales si los tiene. Está justo en el día para planificar una nueva actividad laboral. (La Cuarta de Chile, que viene a ser como La Extra)

Y digo nos, porque aparte del natalicio de la suscrita, tenemos que cuidar nuestros trabajos, ánimos, animales y posibilidades el Che Guevara, Antonio Maceo, alguien que no me acuerdo de mi infancia y un gordito de la oficina que no me cae nada simpático.

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junio 13, 2007

Autosugestiones

Lunes (a 3 días) Estaba colocándome la servilleta en los regazos, como toda una dama, cuando me amiga me pregunta sin asco si no me siento “como así”, porque otra amiga de ella, que cree en esas varas, le confesó que días antes del cumpleaños, las estrellas, los ascendientes y en mi caso los gemelos se andan acomodando y entonces es una víctima de lo que los entendidos llaman un infiernillo astral.

Yo no creo en brujas ni similares. Pero con solo oírlo, siento como poco a poco, Dante me guía en el descenso de los siete círculos y una nubecilla como la de Malasuerte, el de los Picapiedra, corre a lloverme encima. Entonces el mesero llega y dice que ya no hacen de esa ensalada que yo tanto quería y que encima las nuevas las hacen con esas lechugas amargas de nombre espantoso: arúgula.


Faltan dos días. Hay crisis diplomática sobre si hacemos o no fiesta, que a quien se invita, que dónde, que de comer cuánto, que a qué hora, que se resienten, que no muy tarde, que yo a la clase de alemán no falto, que no quiero pero qué remedio, que no entre a este cuatro porque arruino la sorpresa y yo que de por sí nada me sorprende porque ya me encontré tirada la factura. Veo dobles intenciones maldosas en correos. Entonces la debacle: Las crepas de la noche se resienten y quedan como arepas anoréxicas y de hule. De la chicha, se me quita el hambre y no ceno. De repente, este año y desde el lunes, no me gustan los cumpleaños. Tienen razón los gringos: el infierno es color frío.

Falta un día. Me sigue doliendo la pierna derecha, con una lesión que me hace renquear y que paró en seco mi despliegue atlético de ir a correr todos los días. Me siento como la protagonista del tango que descubrió que el mundo es y seguirá siendo una porquería. Sé que es el papelón de víctima y, a la malacrianza, no me importa. Pienso en palabras que en español describan la sensación de gloom, doom, blue y no las encuentro. Leo de alguien que fue mi amigo, destruyéndose a poquitos. Es terrible enterarse por un periódico. Me hace falta mi perro, que está de préstamo. No funciona la fotocopiadora. Ando pesimista y en silencio. Me coloniza poco a poco el lado oscuro de la fuerza. Suena Mimí en la memoria “Así de amargada, nadie te va a querer”.

Tal vez mañana será otro día. Y me despertaré de buen humor y sonriendo y me reiré de mi misma y de esos enojos vergonzosos por cosas sin importancia.

Espero…

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junio 12, 2007

Memé Pajarito

La última vez que tuve una cerveza en la mano, fue en una semana universitaria del año en que cayó el muro, dos junios antes de estrenar cédula. Cuando reclamé del sabor horrible, alguien me dijo que poco a poco me acostumbraría y me volvió a llenar el vaso. Al día siguiente, supe de cuatro amigos muertos por culpa del quinto, que iba manejando borracho.

El solo olor me marea. No aguanto el queque de Navidad, los ponchecitos de tés de señora o el licor en los postres. En los vinos, se me escapan los matices de madera, frutales o ahumados: todos los vinos me saben a lo mismo, un fresco de uva amargo. Me defiendo de invitaciones amenazando que con una gota se me abren las piernas, que no respondo. Las bocas de chifrijo me dan agruras, y las fritangas, mal de estómago. Ya no puedo comer patacones con frijoles, yuquitas o garbanzos con pata e’chancho sin pensar en empachos y presiones altas.

Tengo cicatrices de infancia que llevan la marca de champagnes muy caros y licores nacionales y baratos. Los borrachos me dan un dolor-miedo cuasi- nostálgico y la necesidad abrazarme las rodillas y borrarme en un puño. Pero en una mesa de tragos, cuento chistes que hacen atragantarse de la risa a cualquiera y disimulo muy bien un guaro que no es triste, ligador o vaquero, ni triste: es payaso.

Pregunto y me dicen que charral-charral, piso e’ tierra, con bancos de palo, atendido personalmente por su propietario (ese, “Memé Pajarito”), cantina de pueblo, que ni siquiera disimula haciéndose llamar “restorán de ambiente familiar”, que no es un lugar para mí y para mis gustos.

A mí me tiene obsesionada la musicalidad del nombre:

MeméPajaritoMeméPajaritoMemé Pajarito

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junio 08, 2007

Caupolicán (o "para tí, Mati")

Nota de Sole: Hace dos años, por estas alamedas apareció el Tugo. Antes de verlo en carne en hueso, escribió en un papelito que yo era "una amiga sin serlo". En ese tiempo, Tugo ya tenía a su lucecita y el 16 de mayo pasado, llegó Mati, "el toro de mayo". Tugo me invitó a subir en su tren al sur y compartió conmigo su familia y sus historias. Esta es una de ellas y no se me olvida el día que Tugo me contó lo que le contaba su papá y su deseo de que sus hijos algún día escucharan la misma historia. Para Tugo, su lucecita y el Mati, este regalito de bienvenida.


"A veces, mi padre me contaba algo parecido a un cuento. No había caballeros ni dragones ni princesas con trenzas de oro encerradas en sus castillos. Mi padre me hablaba de hombres, como nosotros, con la piel y los ojos morenos. Me hablaba de Caupolicán, por ejemplo. Deja que te cuente lo que me contaba mi padre.

Caupolicán nació en el sur de Chile, de verde, de frío y de lluvia, cuando el pueblo mapuche ya se defendía a sangre y muerte de la conquista española. Nada de sabe de su infancia, ni siquiera el año de su nacimiento. Se le nombra por primera vez en la última batalla de Lautaro, en los albores de la resistencia araucana. Caupolicán se hizo hombre a su lado.

No sé cuál de los dos, si Lautaro o Caupolicán fue más grande. Lautaro fue capturado muy joven por los españoles y educado para sirviente. Cuando finalmente logró huir y regresar con su gente, les enseñó a montar a caballo, a manejar el arcabuz y el mosquete, a perderle el miedo al blanco. Lautaro detuvo el río de sangre que la espada y el crucifijo habían cavado desde la Tenochtiltán destruida hasta el mar de lágrimas de los caídos de Cuzco. Lautaro juró que los araucanos jamás serían esclavos y le mostró a Caupolicán el camino. Lautaro murió de la única forma en la que mueren los hombres valientes en Chile: traicionados.

Entonces los caciques se reunieron para escoger un sucesor. Durante tres días y sus noches, Caupolicán cargó sobre sus hombros el tronco más pesado, sin quejas y sin descanso. Por su fuerza y su empeño fue elegido como el nuevo toqui.

Los pueblos mapuches, dispersos por el sur, fueron uno con él. Caupolicán los lideró en la utopía de la victoria araucana, en el sueño de echar a los españoles al mar. Al mando del toqui, se invirtieron los papeles y los hijos de España fueron entonces los perseguidos y capturados. En Millarapue, Tucapel, Cañete y Villagrán contemplaron como ardían sus casas y sus siembros. Los mapuches celebraron con chicha y bailes sobre las ruinas de Concepción, dos veces arrasada, mientras veían alejarse la columna llorosa y harapienta de los españoles que huían a Santiago.

Caupolicán cabalgaba en las pesadillas de los conquistadores, en su asombro, en el tremor del aire que presagiaba el ataque, en el reconocimiento incrédulo de estos indios están endemoniados y nadie puede con ellos, en la convicción de que en cualquier lucha que se sabe verdadera o se triunfa o se muere. En las noches de luna, montado en el caballo blanco de Lautaro, Caupolicán recorría a todo galope los campamentos españoles, con los calzones de Pedro de Valdivia en la punta de su lanza. Sus palabras potentes atravesaban la noche: Yo maté a Valdivia. ¡YO! ¡Con estas manos, lo maté!”

En Cañete, Andresillo le había vendido hacía ya mucho tiempo el alma al diablo, cuando aceptó el nombre castizo, el desprecio, el puesto de siervo y el bautizo. Soñaba con ser español y blanco sin pensar en los imposibles. Pudo ser el mejor de los espías mapuches. Pero aquella noche, escogió traicionar a su pueblo y reveló, como un cobarde, el escondite del toqui.

Los españoles alardearon diciendo que Caupolicán había sido capturado en medio de una orgía con borrachera, que a cambio de su libertad ofreció la ropa de Valdivia, que se llegó a hincar ante el dios de los curas y que juró fidelidad a los reyes de España. Nadie lo creyó. “Ese salvaje no se entrega”, “El gran toqui se mata antes de rendirse”. Y empezaron a correr rumores de que su captura era falsa, que por las noches, en los bosques de alerce y araucarias, aun se escuchaba el galope certero del caballo de Lautaro y en el ulular del viento, los gritos de guerra de Caupolicán mientras perseguía a la estrella wueñelfe.

Tanto daño a la corona de España no podía pasar sin castigo y Caupolicán fue sentenciado a morir en la pica. Para convencer incrédulos, el día de su muerte lo pasearon alto, recio, impasible y en silencio por las calles, encadenado como un animal. En alguna de las cuadras, una mujer enfurecida les salió al paso, deteniendo el cortejo. A los pies de Caupolicán lanzó con rabia el niño que llevaba en los brazos: “No seré yo la madre del hijo de un maricón”.

O, tal vez, al verlo pasar, en su desesperación y su dolor por el toqui que se dejó capturar vivo, corrió hasta un peñasco y desde allá lanzó a su hijo. Que Caupolicán, antes de morir, viera caer al niño. Que muriera tranquilo, que supiera que su hijo jamás sería ni cristiano ni siervo.

En la plaza de armas, Caupolicán subió las escaleras hasta la punta de la pica sin flaquear ni un momento. Amarrado como estaba, de una patada empujó lejos al verdugo y se sentó con fuerza sobre el palo que le atravesó las entrañas. Murió con los ojos abiertos, fijos en los cobardes que lo asesinaron, sin darles el gusto de verlo derrotado, ni siquiera por el sufrimiento.

La lucha del toqui la siguieron muchos. Por más de 300 años, la Araucanía, desde el río Bío Bío hasta la tierra de los Onas, no tuvo ni dios ni amo.

Mi padre nació en una oficina salitrera del norte, muy lejos del sur del que te cuento. No sé quién le habrá hablado por primera vez del toqui. Tal vez fue mi abuelo o tal vez se lo escuchó a los obreros al salitre alrededor del fuego. Tal vez fue en el colegio.

En la noche más larga de Chile, cuando la fuerza se impuso a la razón y se fusilaron los sueños, y desapareció la esperanza, mientras bombardeaban La Moneda y el compañero presidente prometía que el sacrificio no sería en vano; en el Estadio de Antofagasta del que nunca me habla, mi padre fue Caupolicán.

Por ti Matías, yo seré mil Caupolicanes."

Otra nota: Apenas a You tube le de la gana, subo el video del Mati, para que tengan el gusto.

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