Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

agosto 23, 2007

Fugitivo

En la oficina, manejo cepillo de dientes, no por disciplina si no por emergencias tipo apesto a ajo o a algo peor entre digerido y podrido y tengo una reunión o cuando siento acumulaciones de algo asqueroso en las hendijitas que los separan. Yo ando lejos lejos de esas sonrisas de anuncio y neurosis de lavados cada vez que me echo un confite a la boca. O que almuerzo. Depende del ánimo, básicamente.

Creo que todos manejan cepillo. Los más obsesivos tienen su propios neceser y pañito doblado en una gaveta que mandan al dry cleaning los sábados. Son los que rechazan un pedazo de queque porque se acaban de lavar los dientes. Se los lavan cuando llegan, antes de una reunión, después de almuerzo y antes de irse aunque vayan directo para la casa. Algunos hasta hacen gargaritas con listerine. Los menos, tenemos de esos tubos para guardar cepillos, unos tres o cuatro, sueltos por ahí en partes y que dejamos caer el cepillo en cualquier gaveta a la par de un tajador, la goma, restos de papelitos y tarjetas de presentación, totalmente empapado y con la pasta estripada por cualquier parte.

Pero mi cepillo tiene una facultad particular. Con frecuencia yo lo dejo olvidado en el baño, como si fuera mi casa, a la par del tubo del lavatorio, para horror de clientes y visitantes que no controlan sus vejigas y que a media conversa insisten en la urgencia de usar baños ajenos. La lógica indicaría que si me doy cuenta del olvido, acuda a recogerlo donde lo dejé.

Sin embargo, he venido notando que cada vez que me llega un correo colectivo denunciando no sin cierto asquillo el extraño avistamiento de un cepillo idéntico al mío (que a su vez coincidentemente está desaparecido), se reporta no en un baño o en un basurero. Aparece en lugares como la recepción, encima del mostrador. Sobre la silla de algún socio. En el teclado de la compu de una secretaria o en el microondas de la cocina colectiva. Siempre conspicuo.

Yo ya he optado por no darle pelota ni por reclamarlo. No me interesa si me está tratando de decir algo. Simplemente me compro otro, igualito.

Seguí­s leyendo?

agosto 21, 2007

Alergia

Cuando me supera la actitud contemplativa de la tarjeta de crédito y no está el Antídoto al lado para preguntarme si realmente ocupo algo que evidentemente no necesito, termino con bolsas de supermercado adquiridas en una laguna mental que empieza con "Ay qué lindo" y concluye con la sorpresa de encontrarme el artículo deseado en el fondo de la bolsa, ya pagado, en mi casa, donde confirmo, ya en pleno uso de las facultades mentales, que es un desperdicio.

En ese estado me compré el disco de Victoria de Master Key, debo haber pensando algo así como que iba oír gospel del bueno o al menos puro sabor caribeño, como en Wade in the Water. Pero al ponerlo, lo primero que me sale es "yo fui escogido antes de nacer" y sigue más o menos en el mismo tono. Y yo que soy tan alérgica al mensaje de la Palabra de la salvación en nuestro señor Jesucristo, e irreverente abiertamente al respecto, en lugar de brotarme, me empieza a salir humo verde azufre de las orejas y los pies se me transforman de a poquito en las pezuñas de cabra del mísimísimo Pisuicas.

Se vende disco como nuevo. En excelentes condiciones. Aquí, con la suscrita.

Seguí­s leyendo?

Precisión en el lenguaje

Urgente? Urgente es lo que era para hace quince días. Lo que me pidió hoy no. Eso no es urgente. Eso se ocupa, pero no es urgente. A ver, ubíquese.

Seguí­s leyendo?

agosto 20, 2007

That was then...

El Antídoto anda de viaje, una semana cuasi completa. Y Fuser, de préstamo donde sus abuelitos postizos, cazando ardillitas, ladrándole a las vacas y ejerciendo de amo y señor del territorio. Dos ausencias que me han devuelto en el tiempo, a la época en que no tenía ni perro ni quien me dijera que hacés ahi, a la época del silencio. Y me siento que ya no pertenezco a eso. Al tiempo en que yo pensaba que disfrutaba de la soledad. Hoy sé que no era disfrute. La toleraba, que es distinto, porque entonces no creía de verdad que pudiera tener remedio.

Seguí­s leyendo?

agosto 15, 2007

Día de la madre

Con estos enredos de feriados, que si hoy, que si el lunes, que si el fin de semana largo, que si el turismo interno, que si cambiar la ley, la ventaja es que ya no hay tumultos y molotes en tiendas de tarjetas y restaurantes. Lo malo es ya no sabe uno dónde poner la culpa propia de fechas como estas.

Hoy recibí 6 felicitaciones. Dos por mi envidiable perrito, tres telefónicas, en las que se me congratuló, entre risitas atragantadas, por la indiscutible condición de ser la pura madre y la de un desubicado que, confundido, me ojomenió por ser la puta madre. Un chiste pésimo, viejísimo y sin gracia, pero que solo se puede usar una vez al año.

Después de coordinaciones y negociaciones con hermanos y familiares políticos, Ella me espera el domingo. Preparará comida que a mí no me gusta y estaremos, como siempre, rodeadas de silencios y esa urgencia mía de irme. Yo, como todos los años, le regalaré un cuento. También algo con valor real, con todo y factura para que luego vaya y lo cambie. No vaya a ser que piense que no la quiero.

Seguí­s leyendo?

agosto 10, 2007

Hay días...



Hay días en que Fuser se siente como yo. O yo me siento como él. Entonces pienso que seguramente estoy proyectando, que Fuser probablemente es más feliz de lo que me imagino y que muchos otros perritos. Que no se deprime, que no se frustra, que no se aburre. Que a él le basta cualquier animalito de peluche que haga "squeak". Que la razón dice que los animales no tienen emociones humanas. O sí?

Seguí­s leyendo?

agosto 07, 2007

La llevo

A solicitud de Ilana, la lista de algunas de mis vergüenzas:

1. Usé tacones bajos y pantalones todos los días del mundo hasta hace muy poco tiempo, porque me acomplejaba mucho ser tan alta. Ahora uso minifaldas y tacones diez, a mucha honra. Sin embargo, me sigue incomodando cuando alguien me pregunta si jugué basket en el colegio o comentan sobre las bellezas y las ventajas de ser alto. Me surgen instintos asesinos cuando algún malparido me dice que camine recta. Y hay uno en particular que lleva comprados como 99 numeritos. Tate!

2. Tengo una fascinación morbo erótica por los vampiros, desde que vi a este a los 8 años, temblando debajo de las cobijas y abrazada de Mimí. Veo todas las películas de vampiros y leo los libros (recomiendo The Historian) y estoy esperando que Daniel Day Lewis o Jeremy Irons acepte algún papel de ese tipo. Tengo ropa que califico como mis trajes de vampiro. Quisiera tener las bolas para comprarme una capa roja enorme de terciopelo o vestirme de gótica de vez en cuando. Not black, but classy. De mucho crumpled velvet.


3. Mis pies son realmente espantosos, desde cualquier punto de vista. Ando siempre con medias cortas, aun en la playa o en los días calientes. Muestra de una confianza y una entrega absoluta con alguien es cuando me animo a andar sin mis eternas medias. No tengo un solo par de sandalias.

4. Tuve durante años la seguridad que no pasaría de los 32 años, igual que mi papá. Desde que pasé el límite, he perdido el tiempo lastimosamente porque no sé qué hacer con toda la vida que me queda por delante.

5. Me chupé el pulgar derecho hasta que me pusieron frenillos, mismos que luego usaba para rallar el mango cele en los alambres. Los frenillos no sirvieron para ni mierda. El pulgar derecho quedó más flaco que el izquierdo. Me chupaba el dedo a la vez que me hacía colochitos en el pelo lacio. Los colochitos aun me los hago cuando estoy triste, nerviosa o tengo sueño. En mi familia, eso se conoce como “jalarse el pelo” y solo lo padezco yo.

6. Empecé a usar malas palabras ya de adulta y ahora, gracias a la práctica y juntas como el Patán, me la juego de palo a palo como los grandes y pongo rojo hasta al más pintado.

7. Me gusta mucho contar chistes y adoro los títeres y las marionetas. Tengo un muñeco de ventriloquia, que se llama Alejandro. Durante un tiempo fui con el al Hospital Nacional de Niños.

8. Le hago vocecitas chineadas a Fuser, mi perro, que en esa fantasía oral habla como un bebé demasiado consentido con poco conocimiento gramatical que se refiere a si mismo como MI y dice cosas como quiervo (por quiero), vidiosos (por envidiosos), y es zopetas, por ejemplo, dice Zi, mi favorito personal. Es, en cierta forma mi alter ego. Tal vez me hubiera gustado ser una niña querida hasta el exceso. Tal vez mejor que no. De qué hubiera escrito?

8.5 Siempre me ha enorgullecido parecerme físicamente a mi papá y me hace mucho ruido que alguien me diga que me parezco a Ella. Sí, necesito ir a un psicólogo, terapeuta o psiquiatra.

Entonces, si quieren y si no, no es problema, quien se apunte lo asume y sí no, pues ya les mostré una esquinita del lado oscuro de esta isla.

Seguí­s leyendo?

agosto 06, 2007

Lenguaje Universal

En una esquinita de las Alamedas, diagmos que en Alameda con Dieciocho o con Teatinos, hay un lugar pequeñito, con mesas de madera oscura y sillas suavecitas. Huele a pan de pita, a humus, a aceite de oliva, a las aceitunas que vienen de los países de los cuentos de Sherezade.

Yuré entra de repente y me regala esta canción, que guardaba envuelta en un papelito azul y transparente en una gaveta de su Corazón de Palo.



Yo no entiendo una palabra de lo que dice, pero cada vez que la escucho, pienso en las Alamedas, en las cosas lindas que sacan lágrimas de alegría, en las lucecitas que a veces llevo en una palma y protejo con la otra mano, en las cosas buenas, en los Yurés misteriosos que caminan por estas aceras, saludando a los amigos, regalando canciones en lengujes universales.

Seguí­s leyendo?