Convalecencia
Ya casi me animo a volver a manejar veloz por las carreteras comiéndome mi galletita de limón y atendiendo conferencias telefónicas en el manos libres. Ya casi. Por el momento respeto estrictamente los límites de velocidad, madreo al que me raye por la derecha y me pego al pito mientras pienso que imprudentes como ese son los que ocasionan que imprudentes como yo casi colguemos las tennis. Además, estoy padeciendo del síndrome ese del hermano recién convertido a la nueva fe y a cuánto ser humano se me cruza en el camino, le receto lo que ya incluí en mi firma de correos electrónicos: “Use el cinturón. A mí me salvo la vida”, independientemente de que proceda o no la observación.
El día que no trabajé, tuve que llamar a cancelar varias cosas, entre ellas, reunión con el Patán:
“Don Cosito, Hola, es Sole, es que choqué, casi me mato en un accidente de tránsito, ando con estrés post traumático y migraña, me asusta hasta Fuser cuando pasa corriendo al lado mío y tengo los nervios hechos una estopa, ando dopada, empastillada, inyectada y terapiada, me duele el cuello y la espalda y estoy demasiado tensa; entonces no puedo ir hasta su oficina a la reunión de hoy”.
El oyó esto: “Sorry, no puedo llegar” y por eso me dijo “Jueputa me cago en todo, y la semana entrante yo estoy horrible. Llamame el lunes a ver qué hacemos” y me colgó ofendidísimo por no respetarle su lugar de prioridad primerísima en mi agenda.
A la horas le cayó el cuatro de lo que le había dicho y me llamó exigiendo pelos y señales del accidente, fascinado por los morbosos detalles sobre si había sido o no mi culpa, el estado en que quedó el carro y cómo me golpié la cabeza, lamentándose de la ausencia de sangre que hubiera justificado un visitín a un hospital privado y envío de chocolatitos o flores. Supe después que con los detalles, armó un servicio a lo Radiperiódicos Reloj, informándole a propios y extraños del acontecimiento, así que pasé el viernes en la tarde, corrigiendo reportes, dando explicaciones, ampliando detalles y a la pregunta de “Y cómo supiste?”, todos me respondían “Don Cosito me contó”. Es decir, fui el chisme-evento del día.
Ayer me llama para ver lo de la reunión, y haciendo gala de una educación que casi nunca deja ver, me dice, hecho todo un cochinito lindo y cortés:
- Y qué? Cómo pasaste el fin? El cabro tuyo te cuidó por lo menos?-
Es una lástima que por escrito no se pueda percibir el veneno con el que se refiere al antídoto – el cabro- que raya entre la envidia y el resentimiento.
- ZI! ZI! - le respondo sonriendo-
nomedejósolaniunmomentoyesmaravillosoporquesiyohuebieraestadosolamemueroperoque
diferenciaestenerloalaparnoseimaginalocontentaqueestoycadadíaloquieromásporquenosé
comohaceparaaguantarsemistortasymisenredosporquenohaysemanaquenochoquequenome
enferme oquenomepasealgoelviernesenlatardehastafuimosalcine.
Y el Patán hace uno de sus acostumbrados silencios. Esos que dicen que nos pesa lo dicho, lo oído, o que se viene una de esas respuestas lapidarias o reveladoras. En el tono de voz que AA (antes del antídoto) movía fes y montañas, lo reconoce y me da la exclusiva de su discurso de derrota, entregando la faja de campeón del mundo en esa categoría:
- Te salvaste, porque conmigo, te hubieras quedado sola en la casa y hecha mierda. Cuándo has visto vos a John Wayne chineando hembras?
El día que no trabajé, tuve que llamar a cancelar varias cosas, entre ellas, reunión con el Patán:
“Don Cosito, Hola, es Sole, es que choqué, casi me mato en un accidente de tránsito, ando con estrés post traumático y migraña, me asusta hasta Fuser cuando pasa corriendo al lado mío y tengo los nervios hechos una estopa, ando dopada, empastillada, inyectada y terapiada, me duele el cuello y la espalda y estoy demasiado tensa; entonces no puedo ir hasta su oficina a la reunión de hoy”.
El oyó esto: “Sorry, no puedo llegar” y por eso me dijo “Jueputa me cago en todo, y la semana entrante yo estoy horrible. Llamame el lunes a ver qué hacemos” y me colgó ofendidísimo por no respetarle su lugar de prioridad primerísima en mi agenda.
A la horas le cayó el cuatro de lo que le había dicho y me llamó exigiendo pelos y señales del accidente, fascinado por los morbosos detalles sobre si había sido o no mi culpa, el estado en que quedó el carro y cómo me golpié la cabeza, lamentándose de la ausencia de sangre que hubiera justificado un visitín a un hospital privado y envío de chocolatitos o flores. Supe después que con los detalles, armó un servicio a lo Radiperiódicos Reloj, informándole a propios y extraños del acontecimiento, así que pasé el viernes en la tarde, corrigiendo reportes, dando explicaciones, ampliando detalles y a la pregunta de “Y cómo supiste?”, todos me respondían “Don Cosito me contó”. Es decir, fui el chisme-evento del día.
Ayer me llama para ver lo de la reunión, y haciendo gala de una educación que casi nunca deja ver, me dice, hecho todo un cochinito lindo y cortés:
- Y qué? Cómo pasaste el fin? El cabro tuyo te cuidó por lo menos?-
Es una lástima que por escrito no se pueda percibir el veneno con el que se refiere al antídoto – el cabro- que raya entre la envidia y el resentimiento.
- ZI! ZI! - le respondo sonriendo-
nomedejósolaniunmomentoyesmaravillosoporquesiyohuebieraestadosolamemueroperoque
diferenciaestenerloalaparnoseimaginalocontentaqueestoycadadíaloquieromásporquenosé
comohaceparaaguantarsemistortasymisenredosporquenohaysemanaquenochoquequenome
enferme oquenomepasealgoelviernesenlatardehastafuimosalcine.
Y el Patán hace uno de sus acostumbrados silencios. Esos que dicen que nos pesa lo dicho, lo oído, o que se viene una de esas respuestas lapidarias o reveladoras. En el tono de voz que AA (antes del antídoto) movía fes y montañas, lo reconoce y me da la exclusiva de su discurso de derrota, entregando la faja de campeón del mundo en esa categoría:
- Te salvaste, porque conmigo, te hubieras quedado sola en la casa y hecha mierda. Cuándo has visto vos a John Wayne chineando hembras?
9 Comments:
Cada día se me parece más a la Garganta...
2:14 p. m.
Lamento lo del accidente, me alegro que estes bien.
Diría que "Don cosito" no es de los que más gracia me hagan....pero si que le dolió preguntar. En boca cerrada, jejeje, no entra mosca
3:44 p. m.
Como dicen, el que pregunta lo que no debe, escucha lo que no quiere...
¡Me alegra saber que estés con toda la pata!
9:44 p. m.
¡Bien por vos y el antídoto!
Y pobre Patancito... pero diay, eso le pasa por jetabierta, ahí le faltó aprenderse una lección: John Wayne no le pregunta a las hembras si las cuidó el cabro 'ese'!
10:18 p. m.
cómo son, verdad??? Espero que el cabro ese te haya dado muchos masajes para tus músculos adoloridos ;)
11:49 p. m.
Que horror!!!!, cada dia me cae peor el patan, ya lo tengo en mi lista negra. Cuidate Sole....y deja que el cabro te chinee bastante...lo mereces
10:43 a. m.
Qué asco de tipo!!!! El patán, claro está. El cabro me cae bien.
1:17 p. m.
oops!!!
Sorry por el choque. Lo bueno es que estás acá para seguir en tus anchas alamedas, ya ves que parecen ser más seguras que las angostas y perforadas calles.
Saludos
3:29 p. m.
Sole, yo pensé que el choque había sido leve... espero que estés mejor. Y sobre el patán no digo nada... porque no se merece nada (ni este post).
10:43 p. m.
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