Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

enero 04, 2008

Cosas que me traje de Chile

Una deuda: Después de la apretazón en el metro, me quedé pensando si debí haberme despedido de beso de las personas que compartían mi metro cuadrado, sobre todo después de tanta intimidad.

Un rechazo: Sí, es posible empacharse de cerezas y frambuesas. Si veo una más, juro que me da algo y de naturaleza violentamente estomacal, me temo.

Un peso: sobre todo ubicado en el área de los muslos. De comer empanadas, pan delicioso y cuatro tandas de helados diarias, por culpa todo todo del calor.

Un deja vu: El 31 de diciembre, al caminar por una Alameda desierta y cercada (por los juegos artificiales). Un ensayo de estado de queda, con carabineros de botas miltares, son sombras en lugar de caras. Igual que en mis sueños y en mis pesadillas. Y de fondo, La Moneda iluminada con una luz blanco fantasma. Y sobre ella, una vez más explosiones y disparos de pólvora. Esta vez de colorines festivos, no de Hawker Hunters.

Una cita textual: “Como dijo Iván el Bam Bam Zamorano: En dos palabras, im-presionante!”

Un poemita malo: “En Chile, ganaron los malos. Los buenos aun no se enteran y los poquitos que lo saben, siguen resistiendo”

Un deseo: Quiero que el hijo que yo algún día tenga, ya de hombre, a su papá (si es que lo conoce), lo salude de beso siempre.

Una duda: No me explico cómo en un país de 747 mil kilómetros cuadrados no pudo esconderse la gente. No hay suficiente milico para tanta tierra. A los delatores, entonces, quién los señala?

Una catarsis: El montón de barbaridades que dije el día que me entrevistaron.

Un dolor, de esos profundos: En la foto de la mamá del Antídoto, con el dormidito en brazos, tomada el día que dejaba Chile, se le nota en el blanco y negro unas ojeras profundas además de la mirada muy triste. La guaga ya dormía toda la noche. Pero la abuela contó que desde que el papá se había exiliado, meses antes, los vecinos del edificio, todos empleados de gobierno, llamaban diario por teléfono a decirles a las dos mujeres solas que las iban a matar. Tal vez por eso las ojeras. Tal vez por eso es que sigue doliendo.

2 Comments:

Blogger Eduardo Mora said...

Sacame de una duda ¿era necesario que dejaras prendido un volcán a tu regreso?... Es broma, ha sido un gran viaje y te luciste como cronista.

9:04 p. m.

 
Blogger ilana said...

gracias por compartirnos tu Santiago...

3:45 a. m.

 

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