El cuarto desordenado
Yo conozco a alguien que cuando estaba en la U, escribía, dirigía, coordinaba y producía las mejores obras teatro para el concurso de teatro jurídico de la facultad. Recuerdo entre risas aquello de “Y el Batman qué significa?” y el encapotado, gordito y pequeño al lado de un Robin demasiado alto, respondía con ánimo de negocio “Bufete Arroyo, Torres y Marín, Abogados y Notarios”, por citar solo una.
Conozco a alguien que en la U que tuvo la paciencia enorme de enseñarle a bailar salsa a una de esas chiquitas comemierda de colegio privado, con sus consecuentes carencias, entre ellas destacaban el ritmo y el sentido latinoamericano de pertenencia. Lo hizo con insistencia, ruegos y convencimientos, superando los prejuicios de aquella comemierda y de paso, aniquilándole uno que otro complejo.
Conozco a alguien que en la U que tuvo la paciencia de leer los primeros intentos de poemas y de cuentitos de alguien que se quería escapar de la vida leyendo. Y los leyó de verdad, corrigiendo y comentando, absteniéndose del ofensivo “muy bonito” con el que se suele salir del paso.
Conozco a alguien que en los paseos de la U a la playa, daba serenatas con los cuatro borrachos que se encontraba tirados por ahí, del mega éxito de la extinta Patada en esa época y al ritmo de Suití: “No me pica más, mosquito con dengue”
Conozco a alguien que en la U me entotorotó para que fuera fiscal de mesa en las elecciones de José María y pasé 12 horas con cinco extraños, examinando cédulas, decomisando armas, tachando nombres en el registro, pasando datos de encuesta casera al pie de la urna, comiendo arroz chino frío y concluyendo que es un milagro que en este país no haya fraude.
Conozco a alguien que en la U me prestó muchos libros, me llevó a ver muchas películas, me comentó muchos sueños y al día de hoy niego a muerte que tengo en mi poder, como en efecto debe haber pasado, el libro de Don Camilo.
El mismo que cuando le hice el aggionamiento resumido de mi vida de los últimos diez años, solo atinó a decir:
Que procedo a desmenuzar a continuación:
“Ah la gran puta”: debe leerse como una interjección. Con signos de admiración dobles. Si viviéramos en una tira cómica o habláramos español con el que se doblan las películas, se leería “oh!” o “recórcholis” o “santos cambios saltarinos batman”, pero como lo apuntado es el uso coloquial local. No confundir con referencias a mis costumbres sexapilosas. Ojo que NO dice “Ah. La gran puta.”. La ausencia de puntuación hace TODA la diferencia.
La sobrina del diablo: La suscrita. Sí, los accidentes genéticos existen. Mi papá tenía en vida por hermano al diablo. Qué le voy a hacer… la familia no se escoge.
El diablo: Mi tío. Así, sin asco. Le hace honor al nombre.
Se hizo de izquierda: Es que ese alguien me conoció cuando yo me ponía verde del asco con oír mencionar a Fidel y defendía a muerte ese derecho humano de usar designer jeans y tener opción a comerme medio kilo de grasa con forma de hamburguesa y derechos reservados, por encima de cosillas sin importancia como salud de niños y ancianos y creía que era una injusticia que pasaran los años sin que Reagan recibiera el Nobel de Paz que tanto merecía. Quería un novio marine y vivir en los Estados Unidos. Ergo, cualquier cosa hacia la razón y la civilización es una transformación absoluta y radical hacia la izquierda.
Ese alguien es todos el mismo y ahora tiene un blog que se llama ”El cuarto desordenado”. Pásenle a lo barrido. Que cuando se visita a un amigo, va uno por el amigo y no a auditorarle los hábitos de aseo y ornato.
Vallo: Bienvenido a la blogsfera. Y tenés razón. En una esquina de las Anchas Alamedas hay un salón de baile con los brillanticos y un Vallo diciéndole a la Sole de la U “así, así, girando, pero no! Sin majarme y con ritmo! Te dije que para la derecha!”
Conozco a alguien que en la U que tuvo la paciencia enorme de enseñarle a bailar salsa a una de esas chiquitas comemierda de colegio privado, con sus consecuentes carencias, entre ellas destacaban el ritmo y el sentido latinoamericano de pertenencia. Lo hizo con insistencia, ruegos y convencimientos, superando los prejuicios de aquella comemierda y de paso, aniquilándole uno que otro complejo.
Conozco a alguien que en la U que tuvo la paciencia de leer los primeros intentos de poemas y de cuentitos de alguien que se quería escapar de la vida leyendo. Y los leyó de verdad, corrigiendo y comentando, absteniéndose del ofensivo “muy bonito” con el que se suele salir del paso.
Conozco a alguien que en los paseos de la U a la playa, daba serenatas con los cuatro borrachos que se encontraba tirados por ahí, del mega éxito de la extinta Patada en esa época y al ritmo de Suití: “No me pica más, mosquito con dengue”
Conozco a alguien que en la U me entotorotó para que fuera fiscal de mesa en las elecciones de José María y pasé 12 horas con cinco extraños, examinando cédulas, decomisando armas, tachando nombres en el registro, pasando datos de encuesta casera al pie de la urna, comiendo arroz chino frío y concluyendo que es un milagro que en este país no haya fraude.
Conozco a alguien que en la U me prestó muchos libros, me llevó a ver muchas películas, me comentó muchos sueños y al día de hoy niego a muerte que tengo en mi poder, como en efecto debe haber pasado, el libro de Don Camilo.
El mismo que cuando le hice el aggionamiento resumido de mi vida de los últimos diez años, solo atinó a decir:
ah la gran puta la sobrina del diablo se hizo de izquierda
Que procedo a desmenuzar a continuación:
“Ah la gran puta”: debe leerse como una interjección. Con signos de admiración dobles. Si viviéramos en una tira cómica o habláramos español con el que se doblan las películas, se leería “oh!” o “recórcholis” o “santos cambios saltarinos batman”, pero como lo apuntado es el uso coloquial local. No confundir con referencias a mis costumbres sexapilosas. Ojo que NO dice “Ah. La gran puta.”. La ausencia de puntuación hace TODA la diferencia.
La sobrina del diablo: La suscrita. Sí, los accidentes genéticos existen. Mi papá tenía en vida por hermano al diablo. Qué le voy a hacer… la familia no se escoge.
El diablo: Mi tío. Así, sin asco. Le hace honor al nombre.
Se hizo de izquierda: Es que ese alguien me conoció cuando yo me ponía verde del asco con oír mencionar a Fidel y defendía a muerte ese derecho humano de usar designer jeans y tener opción a comerme medio kilo de grasa con forma de hamburguesa y derechos reservados, por encima de cosillas sin importancia como salud de niños y ancianos y creía que era una injusticia que pasaran los años sin que Reagan recibiera el Nobel de Paz que tanto merecía. Quería un novio marine y vivir en los Estados Unidos. Ergo, cualquier cosa hacia la razón y la civilización es una transformación absoluta y radical hacia la izquierda.
Ese alguien es todos el mismo y ahora tiene un blog que se llama ”El cuarto desordenado”. Pásenle a lo barrido. Que cuando se visita a un amigo, va uno por el amigo y no a auditorarle los hábitos de aseo y ornato.
Vallo: Bienvenido a la blogsfera. Y tenés razón. En una esquina de las Anchas Alamedas hay un salón de baile con los brillanticos y un Vallo diciéndole a la Sole de la U “así, así, girando, pero no! Sin majarme y con ritmo! Te dije que para la derecha!”
7 Comments:
Desde las primeras líneas caí en cuenta que hablabas del querido E.M., amigo entrañable cuando yo mismo estaba en la Facultad, y a quién le había perdido la pista desde hace aaaaaaños. Ya mismo me doy la vuelta por su cuarto desordenado, que promete dar muy buenos ratos de lectura e interacción.
9:31 a. m.
Sole...
la requete contra mierda! yo también sufrí una transformación, creo a los 13 años, pero bien... antes creía que pena de muerte era un castigo bien merecido por "esos criminales" y que no había deseo más noble que llevar todos los días Benetton... y viendo a tu viejo amigo, coincido que tengo (aún) la penosa incapacidad de mantener en orden mi cuarto...
10:25 a. m.
también aprendió a bailar merengue?
yo sé bailarlo, aparte de la salsa :)
1:42 p. m.
Sole: La frase correcta fue:
"Dios Santo! la sobrina del Diablo se hizo de IZQUIERDA!!!"
Como no conocía tu nuevo uso del léxico erudito no utilicé el "a la gran puta". Sin embargo, después de nuestra conversación note que ahora sos toda una catedrática del lenguaje florido que usamos los vecinos de Plaza Víquez, por lo que el "A la gran puta" resulta válido.
Vallo
PS: Oscar: Sos el Oscar Zamora que sufrió conmigo el invivible curso de Procesal Civil con Fonseca?
2:19 p. m.
Vallo, no padecí de ese mal en particular, pero fui uno de los "predilectos"* de otros, entre ellos: Doña Maria Antonieta, Haba, Carlos Arce, Chico Luis, Moncho, M.A. Odio, etc, etc.
*Por predilectos entiéndase: "uno de los cabrones que siempre les sacó canas y los empujó por el camino de la dependencia a la Mylanta".
4:14 p. m.
Que mierda. En Procesal Civil fuí vilmente masacrado por O. Arguedas. ¿Tenías que hacer esa pregunta, cabrón, y traer de vuelta a la superficie tan dolorosas memorias? Voy a tener que ir a terapia...
x)
4:45 p. m.
un buen blog ;)
4:33 a. m.
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