Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

agosto 30, 2008

... and we are outta here!

Una persona que es gallina declarada, nunca debería ir a un tour de fantasmas. Mucho menos si va sola. O si es la única que habla español. Peor aun si va rodeada de 26 gringos creyenceros, espiritistas, que dedican sus vacaciones a andar cazando fantasmas en cuanta ciudad visitan. De los 27 babosos que íbamos en el bus, yo era la única que nunca había visto fantasmas. Los demás compartieron sus experiencias como en una reunión de alcohólicos anónimos.

Y es para que yo oigo ghost y me imagino una sábana transparente que flota en el aire y hace buuu. En América Latina las cosas son distintas. Uno los ve o los siente o los oye y no piensa en la palabra fantasma. Uno ve cosas, se le aparecen conocidos, oye voces, se le para el pelo. Pero algo como Gasparín solo en las fábulas.

La garantía de ver un aparecido, tiene letra pequeña “aplican restricciones”. El toque es denudarse emocionalmente y estar dispuesto a percibir cualquier manifestación del miedo: angustia, presión en el pecho, mareo, visión borrosa, sensación de que te están viendo o peor aun, tocando; como la presencia de un fantasma, porque eso de verlos-verlos no es algo que pasa todos los días.


Paramos en una parte el río Chicago en donde hace cien años se hundió el Eastland. Llevaba a todo un pueblo para un picnic. El barco tenía problemas de estabilidad y se fue de lado, como 1100 personas adentro, que no sabían nadar y que andaban con ropa de lana. Además el río era la alcantarilla de la ciudad. El que no murió ahogado, murió infectado. La fábrica que organizó el paseo se quedó sin mano de obra. El pueblito de Cicero se vació. Hay fotos de la tragedia, donde se ven como quedan menos manos en el agua pidiendo que los rescaten.

Dicen que a veces en las fotos que se toman del agua se ven caras pidiendo auxilio. Que al pasar cualquiera de los dos puentes, el de Clark y LaSalle, uno siente como un algo que te impulsa a ver el agua. Estos dos puentes son los únicos que usan los suicidas en Chicago, a pesar de que cuenta con otras 54 cómodas opciones, sin contar azoteas de edificios altos. A mí me entra así como entre angustia y la sensación de estar viendo una película de miedo. Me declaran la feliz ganadora de una experiencia paranormal, así a la pura bulla, en la primera parada del tour.

A los muertos los llevaron a un edificio frigorífico y publicaron sus fotos en el periódico para que los recogieran. Ophra Winfrey compró el edificio y tiene ahí su estudio. Refuerza la idea de que ahí asustan y se oyen pasos y voces en las noches y cada vez que alguien siente olor a lilas, de fijo un fantasmita se pasea frente a las cámaras de seguridad. De terror verdadero es una tienda que queda enfrente. Toda una cuadra dedicada a la venta de productos aprobados por Ophra donde además se puede comprar todo lo que ella haya usado. Hasta los calzonillos.

La segunda parada sí me pone un poco esquizofrénica. Es una casa antigua, conocida como the Hull House, en la Universidad de Illinois. Ya es de noche. Nos hablan primero del fantasma de la señora Hull, que se asoma siempre por las ventanas o la escalera. Le damos la vuelta a la casa y al pasar por la puerta de atrás a mí se me para el pelo. Ya estoy demasiado sicoseada. El guía insiste en una segunda vuelta y yo la evito. Nos reunimos en un jardín que parece un cementerio. Yo, por dentro, repito con angustia de ateo conflictuado el único pedazo de oración anti cosas malas “el señor es mi pastor, nada me faltará, en delicadas aguas me reposará, confortará mi alma”

En esa casa vivió Jane Adams, ganadora del nobel de la paz por todos los programas sociales que desarrolló para inmigrantes. Pero todos hablan del bebé del diablo que recogieron en la casa, que lo enterraron en la esquina del jardín y que tiene la culpa de esa sensación de maldad diabólica que todos deberíamos estar sintiendo. Mucha gente- dice el guía- siente que se vomita o que algo le impide pisar el zacate. Además uno se siente como raro y le pica algo. En mi caso, inmediatamente me pica la oreja izquierda.

El bebé nació por la maldición de su padre ateo. Y tenía cola, lengua en picos, escamas, dientes podridos y cachos. Habló apenas nació en tres idiomas: italiano, inglés y otro que no me acuerdo. Lo tenían en el cuarto del segundo piso a dónde uno siente que lo atrae la vista. Nos invitan a recorrer el jardín de nuevo. Varios confiesan tener sensaciones extrañas y tienen cara de suceso.

Nos advierten que muchos de nosotros, sensibles a la conectada, nos llevamos un espitiru chocarrero a la casa, que usualmente se nos aparece puntualmente en dos semanas, a las tres de la mañana. “Remember, they can´t hurt you”. Hay que hacer mucho ruido y alharaca. Yo prefiero el remedio de Mimí para esas cosas. En voz alta, se les regaña “ya, hijuepuetas, me dejan tranquila y paran la jodarria”,

Para rematar, estamos en terreno que fue tierra sagrada de indios. Se supone que aquí los chamanes maldijeron al hombre blanco que les dio armas, cobijas y guaro a cambio de sus tierras y maldijeron su Ciudad de rascacielos. Por eso aquí se abre un portal hacia una dimensión malosa.

Yo me salgo a la acera, donde uno de los turistas está consolando a su bebé de 5 años que está muerto del susto y para calmarme llamo al Antídoto y le digo que me está llevando puta. El me trata de llevar de vuelta a la cordura con argumentos científicos. No sirve de nada. Cuando regresé al hotel me salió un señor en el pasillo al que casi mato del susto con mi grito.

Lo demás ya es más tranquilo. Hoteles con cuartos y salones embrujados, parques donde antes había cementerios, el lugar donde inició el incendio de Chicago y la culpable, actual santa patrona de constructores y arquitectos agradecidos. Noto tiendas que no visité, lugares por recorrer en una próxima visita, hoteles más baratos que el mío.

Terminamos otra vez en el lugar de la masacre de San Valentín. El guía nos hace una recreación excelente que me hace sonreír. Me encanta la parte donde Frank, el único sobreviviente, con 23 balas en el cuerpo, sopapeado por la policía en el hospital, dice “Nadie me disparó. Ni siquiera sé nada de disparos”. Omerta paisan, é omerta. Dicen además que Capone murió perseguido por el fantasma de uno de los asesinados, con quien a menudo se le veía peleando y pidiendo disculpas. Un dato curioso: La mafia judía era conocida como la Kohser nostra.

Y lo spooky: Highball, un pastor alemán, vio todo y empezó a ladrar como loco. Los vecinos llamaron a la policía y se descubrió la matasinga. Highball se volvió loco y hubo que ponerlo a dormir. Cada vez que alguien pasa con un perrito por esta acera, el perro se tira a la calle y lleva arrastrado al dueño. Tuvimos la oportunidad de ver esta prueba irrefutable en vivo.

De todas las cosas que asustan, a los únicos que no vemos es a los infames Chicago Boys, muchos de ellos gangsters modernos, con fachada de consultores y oficinas caras que han decidido por el hambre de miles de personas en los países tercermundistas. Esos sí dan miedo.

En dos horas más me voy al aeropuerto. Quiero volver, a esta ciudad y también a mi casa. No sé porqué Chicago no tiene la fama glamorosa de Nueva York o San Francisco. Si regreso, la próxima vez no será sola. Ha sido nostálgico esto de ver tanta cosa diferente pensando en cada esquina que hubiera querido que vinieras conmigo.

En mi vida en una dimensión paralela, yo tengo una mochila, libertad sin límites y recorro el mundo con una libretita. Escribo algo parecido a guías de turistas o columnas sindicadas para los periódicos de América donde les cuento lo que siento y lo que veo y las tonteritas que me pasan. Cambio y fuera.




Seguí­s leyendo?

agosto 29, 2008

Sole Capone- whatcha lookin' at?

Me iba reunir con un abogado, pero lo atropelló un carro (de verdad, aunque no lo mató), así que me quedó el día libre.

Dion “Deanie” O’Bannion fue el primero de todos los gangsters, Monaguillo de niño, vio el negociazo de la fabricación ilegal de guaro que le ofrecía la prohibición. Montó el biznez con la fachada de una floristería justo enfrente de la Iglesia donde antes ejercía. De noche mataba a la competencia y de día les vendía las flores para el entierro. Lo mandó a matar Al Capone.

De Capone no queda más que el recuerdo. La ciudad no quiere recordar a su más infame y famoso ciudadano. Donde estaban los puteros y clubes, los dominios de Capone, ahora hay edificios planos sin gracia. La pequeña Italia tiene más de trampa de turista que de aporte cultural. El lugar de la masacre de San Valentín es ahora un parqueo.


Capone no le permitía a nadie que le dijera Caracortada. Tenía cuatro cicatrices en la cara, hechas por otro paisano cuando Capone insultó a la hermana. Para ocultarlas, todas las mañanas se ponía maquillaje de mujer. Instaló muchas cocinas de sopa y comida para los pobres de la ciudad, que, como resultado, empezaron a padecer de una extraña amnesia “No recuerdo nada de ninguna balacera y si la recordara, no vi absolutamente nada”. Cuando quería ayudar a alguien, le decía a cuál caballo apostar, porque Capone dominaba desde jueces hasta putas, pasando por policías, políticos y sindicatos.

En su mejor año, hizo 128 millones de dólares. Le gustaba vestirse fino y por eso no mataba a mano propia, para no ensuciarse la ropa. Su apodo favorito era Snorky, que era como se le decía a la gente que vestía bonito. Cuando cayó preso por evadir impuestos, siguió administrando Chicago desde la cárcel y solo porque al juez le dio miedo aceptar los 3 melones que le estaban ofreciendo. Por eso se fue a Alcatraz. Terminó loco por la sífilis que le comió el cerebro.

La dama de rojo no es una visión romántica. Fue la clave para que una rumana vendiera a John Dillinger, una especie de Robin Hood moderno, a cambio de que no la enviaran de vuelta a su país. Dillinger robó en un año más bancos que Jesse James en 16. Anne Sager le dijo a los federales que iría con John al cine, vestida de rojo. Se dice que Dillinger supo del plan y logró que otro hombre lo sustituyera. Como no existían las fotos, era difícil saber si era o no era. Los federales acribillaron al doble de Dillinger en la calle, y la gente, al saber de la muerte de su héroe, metían la punta de sus ropas en su sangre para guardar un recuerdo.

Angelo Genna pobló la pequeña Italia. Recibía a los inmigrantes sicilianos en el tres, entregándoles un poco de maíz y una olla de 5 litros, dándoles la bienvenida al negocio de la fabricación ilegal de whisky. Les pagaba 15 dólares en un tiempo en el que un empleado del gobierno ganaba 5. De los 15, les retenía un dólar por día, para gastos de funeral. Esa forma de hacer whisky era muy peligrosa por inestable y no era raro que explotara la olla, llevándose un dedo, una mano o a todo el tío Luigi. La retención era para que tuvieran un funeral con muchas flores.

Hace cien años, esta ciudad era toda corrupción, guaro, opio, violencia, criminales y putas. Era usual escuchar los balazos en las noches y la instrucción era tirarse al piso para salvar la vida. No había cara en qué persinarse. En la primavera, empezaban a flotar en el río los muertos con los pies envueltos en cemento. Those were the bad old days. Hoy son una ciudad del primer mundo, con de todo al alcance de quien pueda pagarlo. Me empiezo a sospechar una odiosa relación entre la violencia y el desarrollo.

Los dejo con dos piezones que ilustran el día y el mood, después de todo, Chicago es la cuna de la mafia y del blues:





Seguí­s leyendo?

agosto 28, 2008

Got Obama?



La ciudad es famosa por su pizza. La hacen en un plato redondo hondo, con pasta gruesa y varias capas de ingredientes. Es como un pie, pero salado. Muy parecido a la tarta de Buenos Aires. Deliciosa.

Finalmente encontré el barrio de contracultura de Chicago. Me animé a montarme en metro y a recorrerlo a pie de arriba abajo. De camino, le pregunté a alguien si iba bien, y me dijo que si estaba segura de querer ir a ese crappy town y advirtiéndome que hay locos en cualquier parte del mundo. Un homeless me mostró la entrada del metro. A cambio quería dinero para una hamburguesa y unas papitas.

Por delante, esta ciudad tiene terracota, ventanas de vidrio que reflejan los rascacielos, mármol de Carrara, concreto armado, ladrillo rojo. Por detrás, por donde pasa el tren, se nota la tristeza y la pobreza. Esas casas de varios pisos tienen atrás armazones de madera como balcones hechizos, sus escaleras de incendios que se prenderían con un fósforo. Le da cierto aire como caribeño. Triste, no? Eso, de que el Caribe sea pobreza.

Caminando por Bucktown, recorriendo librerías de libros usados, tiendas de ropas reciclada (“vintage”), metiendo las nariz en las boutiques más exclusivas, me doy cuenta que a este barrio le falta demasiado para ser de verdad hippie y a esta ciudad le falta mucho verde para ser habitable. Me quedo con San Francisco.

Descubrí que hay un piso del hotel para nosotros los ejecutivos en viajes de negocios donde uno se come como boquitas y cocas gratis. Hoy desayunamos ahí y de ahí vengo bien cenada. Solo me falta repellar tal vez con un heladito.

En la reunión de hoy, yo era la única de ojos oscuros. No deja de intrigarme porqué los gringos son tan diferentes, porqué se siente esa distancia que marcan con latinos, con negros, con chinos, con cualquiera que no sea blanco. No sé si es porque este es un país de vencedores, en el peor de los sentidos. Aquí no quedaron víctimas que recordaran la conquista y a los que quedan, los ignoran.

Una muchacha negra me dice en una tienda que Obama la hace sentir que todo es posible y se le llenan los ojos de lágrimas. El señor negro que atiende a donde voy de zopilota a robarme comida, le dice a todos que no se pierdan el discurso de aceptación de Obama de hoy. La mayoría de los homeless de aquí son negros. La gente se cambia de acera cuando ve a dos o tres juntos. Esta es la ciudad natal de Obama y su mujer, aquí trabajaron por los más pobres. Hoy, hace 54 años, el reverendo Martin Luther King, que vivió también con los pobres de Chicago, tuvo un sueño. Fue inspiración pura, sin guión, animado por una señora que le dijo "Martin, this ain't right. You can do better than that" y entonces el lanzó su sueño al viento.

Me apabulla un poco esto de hablar en otro idioma. No reclamo el pan con mantequilla que nunca trajeron al almuerzo. No pido el limón para el pescado. Soy, de repente, una persona tímida y callada, que se deja de todo el mundo porque todo, en cierta forma, me da miedo. No quiero ni pensar en lo que sería ser un inmigrante que no conociera el idioma.

Mañana me toca bonito: a las 10, tour de los gansgters, para recordar las leídas que me daba de adolescente, cuando fantaseaba con el romanticismo de la vida criminal de los filmes noir. En la tarde-noche, tour de casas embrujadas que le garantizan a uno por lo menos un fantasma verdadero. Esa vara de los museos y cosas culturales que me hacen mejor persona quedarán para otra visita.

Al Gore está por hablar en Denver, donde es la convención demócrata y no aquí, como dije de burra. Me emociona verlo. He, who used to be the next president of the United Socialist States of America. Papi es papi. Me dispongo a verlo. "Las elecciones del 2000 le cambiaron el rumbo a este país. Yo sé porqué se los digo: no estaríamos en guerra en Irak, no estaríamos en esta crisis, no habría discriminación, no negaríamos la crisis ambiental, la resolveríamos" "John Maccain, tiene las mismas ideas de George Bush. Hey, yo creo en reciclar, pero esto es ridículo"

Sigue Obama.

Para que no haya dudas de qué lado estamos, a Al Gore lo recibieron con esta canción:




Seguí­s leyendo?

agosto 27, 2008

All that Jazz

Ya decidí que me fascinan las ciudades con ríos, cruzar puentes, ver el agua, sentir la brisa. No importa que no tengan ambiente de puerto. Hay algo que me hace sentir el río dentro de mí. Chicago me recuerda a Buenos Aires. Y el río, a Valdivia. Y Valdivia me recuerda que el que navega el Calle Calle, regresa. Y a mí ya me pican los pies por volver.

Las cosas aquí están diferentes. Los precios han subido mucho, incluso en las tiendas de descuento. Lo que costaba diez hoy cuesta treinta. La comida hasta de Mc Donalds tiene precio de gourmet. En el banco, solo me piden el pasaporte para abrirme una cuenta con todo y chequera. Supongo que no deben tener mucha clientela. Sobrevivo a punta de cocas lai tibias y papitas.

El edificio postal más grande de los Estados Unidos está abandonado con las ventanas quebradas. En ese edificio se filmaron las películas del Caballero de la Noche. Esta es la verdadera Ciudad Gótica.


El secretario de Thomas Alba Edison le regaló 33 millones a la ciudad en 1920, para que construyeran un edificio imponente para la ópera. En 1929, la crisis financiera lo dejó sin un cinco. Lo encontraron muerto tres años después en el metro de Paris, se cree que fue un suicidio. ¿Cómo alguien acumula esa cantidad de plata? ¿Cómo la pierde tan rápido? ¿A quién se hace harina para amasar esa fortuna, diría Manolito?

Otro arruinado de la ciudad le vendió el edificio que le había costado 40 millones, en apenas 11 a un tal Joseph P Kennedy, en plena depresión. El señor Kennedy, muy prevenido, tenía sus ahorritos de estar traficando con licor durante la prohibición. Desde entonces y a la fecha, el gerente del edificio es miembro de la familia real gringa. El año pasado, vendieron la inversioncita en 600 millones de dólares.

Hay edificios que en la punta tienen detalles góticos, diosas de cereales, relojes, pirámides, estructuras metálicas, templos griegos, y dos enormes que eran antes templos masones. Quisiera saber qué hacían tantos masones en Chicago.

En las noches se iluminan los rascacielos. Aquí a nadie le importa eso de ahorrar energía. Hay edificios impresionantes, miles de ventanas de todos los colores, arquitectos de diseño, esculturas por todas partes. Plata para botar, mientras medio mundo se muere de hambre.

En aquel edificio nominaron hace muchos años a Abraham Lincoln. Hoy, en el edificio Pepsi un hombre negro acepta la nominación presidencial por el partido demócrata. Otra maravillosa coincidencia: Clinton y yo estamos en la misma ciudad, al mismo tiempo. Here Kitty, Kitty!

“My name is Da-vid, not Deivid, but Da-vid”-. Yo sonrío y me detengo a ver qué me quiere decir David (Daví, Da-ví, no mi vida, ni mi amol ni mi negro, Da-ví – de fresa y chocolate). Me dice que por 22 dólares al mes puedo salvarle la vida a un niño de uno de los países escogidos, entre los que no está Costa Rica, pero sí Chile, la primera economía de América, tiene gringos que piden en la calle para sus chiquitos que se mueren de hambre. Le digo que prefiero hacer algo back home con esa plata y me muerdo la lengua para decirle que talvez se podría hacer algo si este país le diera la gana renunciar a la opulencia, a la guerra o al desperdicio.

Debe ser difícil promocionar una ciudad donde el ciudadano más notable fue un jefe de la mafia. Abundan las camisetas y recuerditos de Al Capone, pero ninguno de Elliot Ness o de los Intocables.

Hoy, a las 6 y 30, Bajofondo tocó en el parque que queda aquí a la vuelta, de gratis, en un concierto al aire libre.



Seguí­s leyendo?

agosto 26, 2008

Compañeros de viaje

La selección master de atletismo femenino. Van con jackets de tres colores que dicen Costa Rica que casi me hacen añorar haber hecho deporte alguna vez y competir afuera. Creo que más por la viajada y por la jacket que por la adrenalina o el entrenamiento. Les veo las piernas, sin gota de grasa y me digo que tengo que volver a correr por las madrugadas. Algún día.

Un chorro de gente que no se ven como de aquí no tampoco gringos. Hay más de veinte maletas y muchas cajas. Uno de ellos dice “Ché, vos tenés lapicera?” y el tipo que está al lado mío en el counter, le contesta algo también en argentino. El que contesta es Gustavo Santaolalla. Lástima que los instrumentos se van en carga, porque Bajofondo y yo vamos para la misma ciudad: Chicago.

Dos señores en la fila de seguridad, comparan el resultado de las aventuras. Les da risa imitar el acento tico “Diey- dicen, y suena ajeno en ese acento- a ti cómo te fue?”no me puedo quejar” “¿Usaste todas las pastillitas?” “No, todas no, en la próxima será”. Y yo me sospecho que estos vinieron de turismo sexual.

Un brasileño alega en portugués que no le pueden quitar el encendedor con el águila de las birras porque si no se cagan en su colección de encendedores de todos los lugares que él ha disfrutado como Yameica, Kuu-ba y otras islas. El de seguridad se lo explica a la tica “qué tirada, es que si no hiciera chispita no sería problema o si le pudiera sacar el gas, pero así no pasa, ve? Si por mí fuera sí, pero usté sabe cómo se ponen los gringos”

Colada en la sala de espera VIP, escucho a un padre de familia de la otra Costa Rica saludar a un conocido, quejarse del vuelo que está atrasado y contar, mientras se aprieta un galo pinto con huevo, que el motivo de su viaje es ir a dejar a su hija menor que se va de estudios a Boston.



Seguí­s leyendo?

agosto 25, 2008

Time Wrap

Alzheimer, el alemán que me tiene loco. Margaret Tatcher, Ronald Reagan y Pinochet. De los tres se ha dicho que tienen demencia senil. Del tercero se dijo que era mentira, que murió lúcido y feliz. En todo caso, parece que tres de los principales responsables del dolor y la sangre en América Latina pasan los últimos años de su vida recordando las guerras que ellos mismos iniciaron, las invasiones que promovieron, los países y las ideas que arrodillaron, los muertos que acumularon, desde el Río Bravo hasta el estrecho de Magallanes. Dicen que el primer síntoma de la Dama de Hierro fue confundir la guerra de Bosnia con la Masacre de las Malvinas. El último pensamiento de Augustito debe haber sido de satisfacción por acabar con tanto comunista. No es de extrañar. Después de todo, bien se dice que uno siempre regresa al sitio/al momento/al lugar donde fue feliz.

Ya no estás más a mi lado corazón... Hace 15 años fui a una boda. Yo era la más joven de la fiesta y no bailé con nadie. Recuerdo haber admirado a una mujer, que tendría entonces los años que yo tengo ahora. Se veía segura, madura, bonita, simpática. Era la acompañante de un profesor mío de la universidad. Ella se llamaba como yo, Alejandra y la gente decía que tenía 4 hijos y era divorciada o se acababa de separar. Recuerdo que ese día quise ser ella. O por lo menos ser así, como ella, cuando tuviera su edad. El sábado fui a otra boda. Me quise vestir como una bailarina de tango, con un vestido oscuro y tornasol de pana. Con un collar de perlas de mentira que me llegaba a las piernas. Con zapatos con fajita al tobillo y de tacón, con el pelo recogido, con la tragedia en una canción. Mientras atravesaba el jardín del hotel hacia el salón, me vi en un vidrio y recordé a Alejandra, la otra, sobre todo cuando alguien me dijo “Buenas noches, señora y era a mí a la que le hablaban.


La revelación. Ayer entendí. Yo pensaba que en algún lugar profundo, talvez vos habías descubierto que me querías todavía. Que por eso venís a verme cada cierto tiempo, me llamás cada ciertos días, me pedís cosas a mí que te puede hacer cualquiera de tus amigos. Que por eso te comportás así, como dolido, como imposible, cuando me ves con él y por eso me preguntás si soy feliz. Yo pensaba, un día de estos, en un almuerzo cualquiera, de esos que te digo que no a cada rato, confrontarte y decirte que fue hace demasiados años y recordarte aquel día que te fuiste y me pateaste el corazón. Me la creí, ¿ves? Hasta halagada me sentí, igual que hace tantos años cuando me robaste un beso. Porque era imposible entonces y ahora eso de que vos me quisieras a mí. Ayer, recién ayer, entendí. Vos no te arrepentís de nada, no añorás nada, mucho menos a mí. Para vos, todos esos años fueron apenas una pausa. Yo sigo siendo la que te saca de enredos, la que hace las cosas por vos, la mamá que te protege y te regaña y hace todo lo del inútil de su chichí. Yo a vos te sirvo. Y como no me quejo, me usás. Y si algo digo, si algo sospecho, me das migajas: una sonrisa, un apretón de manos, un brillo en la mirada. Nada más.

Seguí­s leyendo?

agosto 20, 2008

Claro que sé perder...

"es que esta pisicina es muy diferente a la que yo conozco y estoy acostumbrada"

"es que comí algo en la mañana que me cayó mal"

"es que estaba con náuseas y dolor de pancita"

"es que no me imaginé que así sería la cosa"

"es que no sé qué me pasó porque yo puedo más que eso"

"es que anoche no dormí"

"es que me dio susto"

"es que no vino el doctor/masajista/mi mamita"

Y llega Nery Brenes y clasifica a la semifinal de los cuatrocientos metros "libres" (como dije de burra en el programa de tele, en vivo) y queda de noveno en el mundo. Comiendo la misma comida, visitando por primera vez el mismo país, tomando la misma agua, igual de íngrimo, con las mismas palomitas en la panza. Y qué si es tan bocón como Mohammed Ali? He puts his money where his mouth is.

Fuentes: sección especial de todos los perióidicos dedicados a las Olimpiadas.

Seguí­s leyendo?

agosto 13, 2008

Es una cuestión de igualdad

Costa Rica, a lo largo de la historia, ha probado tener la rara capacidad de superar las aberraciones absurdas y humillantes que el qué dirán había logrado imprimir en leyes de la república que estuvieron vigentes y se aplicaron con estricto rigor.

En la colonia, la partida de nacimiento indicaba la pureza racial del recién nacido. Existían denominaciones como español, criollo, indio, mestizo, mulato, negro y sus combinaciones, llegando a los ridículos del cuarterón de mulato (cuarta parte mulato). Y eso marcaba los derechos y posibilidades de una persona. Y, por supuesto, que la clasificación se hacía al cálculo. Quedaban, como el ganado, marcados de por vida. Cualquier parecido con los Nazis o el Apartheid no es pura coincidencia.

Ya en el siglo veinte, las baterías de la moral externa se dirigieron contra las mujeres que cogían y a falta de anticoncepción (porque no existió hasta los sesentas), quedaban irremediablemente embarazadas.

Al principio, los hijos de madre soltera solo podían llevar un apellido, distinguiéndolos de los demás para que experimentaran en carne propia la vergüenza de su madre. Entonces eso se consideró una barbaridad y para hacer la cosa más pareja, se les permitió llevar dos apellidos, eso sí, tenía que ser el primer apellido de la madre, repetido.

Eso generó casos tan folklóricos y reveladores de la intimidad ajena como aquel jugador limonense de los años ochenta, Toppings Toppings. Qué vacilón verdad? O algo más cercano: Mi papá, que llevó los dos apellidos de Mimí, poco usuales en este país, evidenciando su condición de abandonado por un irresponsable que nunca actuó como su padre.

Fue hasta finales de los setenta cuando se autorizó que las madres solteras podían inscribir a sus hijos con los dos apellidos de la madre, para dejar de crear esas humillantes distinciones y que entonces la gente creyera que era una casualidad o que era el hermano menor de la madre, ojalá embarazada adolescente, que de por sí se criaba con los abuelos.

Aquellos que nacimos de mujeres que no estaban casadas, aun en 1972, podemos leer en los tomos del registro civil, donde se indica que uno es hijo “natural”, como si fuera un producto orgánico o si hubiera otra forma artificial de gestar a un hijo. Poco tiempo después se derogó la norma que obligaba a indicar esa condición en la cédula.

Hoy tampoco se registran los nombres de los padres en la cédula. Con un cincuenta por ciento de niños sin padre en este país, un 50% de las cédulas indicaban “desconocido” y así en el banco, en la CCSSS, en la oficina, en cualquier parte donde te pidieran identificarte, se tenía que andar enterando todo el mundo que a tu mamá se la cogieron y que quedó embarazada y naciste vos.

En los noventas, el gobierno y la tecnología acabaron con la impunidad del irresponsable. Hoy el ADN indica quién es el padre. Nadie los obliga a querer o a visitar a ese bebé producto en muchos casos de un descuido. Pero por lo menos los obligan a darle un apellido y a mantenerlo.

Esos avances se lograron porque creíamos en la necesidad de evitar discriminaciones derivadas, nótese bien, de un antecedente sexual. Porque a nadie le interesa con quién o como nos acostamos. Porque eso es la esencia misma de la privacidad. Porque las personas tenemos derecho a eso, a que se nos considere personas.

No puede ser que hoy un grupito de ignorantes retrógrados pretendan meter en un ghetto legal a los homosexuales. Sí, a ese tercer grupo tan aparte y tan raro. Verdad que son vacilonas las bromas de locas?

Hasta que dejan de ser los playos de los chistes y son tu amigo, tu profesor, o como en mi caso, mi hermana. Entonces dejan de ser divertidas y pasan a ser tan ofensivas como los chistes de discapacitados físicos, como la palabra mongolito, como los chistes contra los nicas.

La batalla por los derechos de los gays no le toca solo a la comunidad lésbico gay de este país. Nos toca a todos los heterosexuales que tenemos hermanos, amigos, profesores, hijos, padres, primos o familiares gay. Nos toca a todos los que hoy llevamos dos apellidos, cédulas sin marcas, documentos libres de condenas a la sexualidad de nuestras madres.

Yo quiero que mi hermana tenga derecho a querer a alguien, sin ser juzgada. Quiero que mi hermana tenga derecho a un matrimonio, si eso es lo que quiere o a tener hijos con la pareja que escoja. Quiero que pueda ir por el super, toparse a un conocido, y decir tranquilamente, sin sombras en la mirada “te presento a mi novia/a mi pareja/ a mi esposa”. Quiero que su pareja no tenga que esconderse bajo el título de amiga. Quiero que ella, que es creyente, pueda ir a misa sin que el Pastor Alemán de los zapatos de charol rojo la condene a los infiernos por sus preferencias. La quiero sin culpas, sin discriminaciones, sin vergüenzas. Quiero que tenga los derechos que tengo yo, que nací en el mismo país, de la misma madre. Ante todo, la quiero feliz.

Mi hermanita menor casi me mata del infarto cuando me dio la noticia. Por días y días dejé de lado la ciencia y me preguntaba si yo, diez años mayor que ella, habría hecho algo en su infancia que la marcara, si habría ocurrido un trauma, si yo hubiera podido evitarlo, porque no sabía, la verdad, como reaccionar a eso. Me atacaron los prejuicios, los miedos, la estupidez de la ignorancia.

De nada vale hoy cuestionarme si dejé de hacer algo por ella cuando estaba pequeña o si no la abracé lo suficiente o si no le dije cuánto la quería. Son además, remordimientos que no cambiarían en nada la realidad.

Hoy tengo la oportunidad de decir, con mi firma, con mi voto, con mi mensaje a la Asamblea Legislativa, que ella no está sola en esa lucha. Que yo estoy con ella, que mis hermanos están con ella, que hasta Ella, mi mamá, que tanto le ha costado aceptar todo esto, está con ella.

Aceptación y no mera tolerancia. Respeto y no discriminación. Igualdad, al final de las cansadas.

Seguí­s leyendo?

agosto 11, 2008

Tome Chichí

11 de agosto: regresan las Universidades a clases.

Efecto de la restricción: en lugar de 75 minutos de San Pedro a Escazú, duré 73. O sea, dos minutos de ahorro!! Me imagino que en el MOPT dirán que algo es algo.

Cantidad de tráficos en ruta: cero

Cantidad de motos en ruta: demasiadas. El número y lo bestia para manejar se triplicó. Parece un mosquero.

Nueva ley de la selva: Raye por la derecha. O métase contra vía. O tírese de lado a lado. Total, a nadie le importa.

Seguí­s leyendo?

agosto 08, 2008

Descubriendo el agua tibia



Misha es la mejor mascota olímpica que ha existido.

Seguí­s leyendo?

agosto 04, 2008

La Garrafa

Era un recorte mal hecho y arrugado de de El Mercurio “Chilenos en el extranjero autorizados a regresar a Chile mostrando su documento nacional de identidad”- decía. Había viajado clandestina desde Chile, en un sobre sin remitente, por todo el exilio, cuando llegó a las manos de Lucho, en aquel pueblito verde selva en Mozambique.

Era la noticia que esperaba desde el primer día que se había ido. “Tenía a todos conmigo, te fijai? A mi señora, a mis hijos, a mi madre. Pero tenía algo, aquí, algo que se me desgarraba desde el día que me había asilado en la embajada de Venezuela en Santiago. A mí se me desgarró Chile.”


Primero había sido Dinamarca. Lucho aprendió el oficio de zapatero. A la abuela la recogían para llevarla al médico. Todos a clases de danés. Los niños a la escuela. La solidaridad /la soledad de los refugiados.

Y luego alguien le dijo que Mozambique. Y para allá se fueron, a un país con apenas pocos años de nacido, en las profundidades de África. “Me consolaba del calor, al recordar los veranos de Santiago. Del portugués, buscándole la música del español. De la distancia, con volver, estaba a un mar de por medio con Chile.”

Lucho y el Guatón, otro chileno, alistaron maletas y desempolvaron sus documentos, dispuestos a todo por regresar. La guerrilla impedía llegar por tierra hasta el aeropuerto en Maputo. Una avioneta los recogería en la pista del pueblo y los llevaría a salvo hasta allá.

Emocionados, le contaron a los compañeros de trabajo que volvían. Todos quisieron saber más del regreso, a dónde irían, que comerían primero, qué se imaginaban, la emoción, la alegría. Un poco de tristeza por perderlos, pero siempre se había sabido – se había esperanzado- que aquello no era para siempre. “Una de las secretarias no decía nada, no conversaba, se quedó con la mirada baja, con una sonrisa extraña. Cuando le pregunté si no se alegraba, me dijo - Engenheiro, eu no quero que voce se vaya - y no me quiso decir porqué. Yo tampoco le seguí preguntando”.

El día que la avioneta venía, estaban antes del amanecer en la pista. A las 4 de la tarde volvían a sus casas. La avioneta no llegó. El segundo día, lo mismo, muy temprano, maleta en mano. Por radio avisaron tres horas más tarde que no había suficiente combustible. El tercer día el piloto se enfermó. El cuarto día la avioneta se equivocó de pueblito. El quinto día llovía torrencialmente y ni siquiera despegó.

Todos los días, la secretaria, la de la mirada baja y la sonrisa extraña, pasaba por la pista, sin decir nada. Miraba, no más. Esa noche, le contaron ron al Guatón que lo del regreso no iba a poder ser. Alguien había metido a Lucho en una garrafa.

- “Oíste lo que te dije? Yo sabía que había algo chueco. Esa mina, la que siempre pasa y te mira te tiene embrujado”

- “Tai loco? Ya, poh, deja de hablar wuevás cómo vai a creer en cosas de brujería en pleno siglo veinte, wuéon? Esas cosas no existen.

El sexto día, la avioneta no llevaba suficiente espacio para pasajeros. El sétimo día, no funcionó la radio. El octavo día, la vieron llegar por el horizonte, acercarse, sacar el tren de aterrizaje, empezar a bajar y de repente, remontar y alejarse, sin explicación. El día nueve fue feriado. El décimo día, el Guatón alzó la bronca y exigió que creyente o no creyente en eso de las brujas, y que tenía que ir a hablar con esa mujer y rogarle que lo sacara de la botella y le explicara lo urgente que era para los dos volver a Chile.

Fui y le hablé y le dije. Se lo expliqué tranquila y racionalmente. Le dije que yo no podía creer en eso. Que para mí todo lo que había pasado era casualidad o mala suerte. Pero que la gente hablaba y decía que yo no me podía ir por un embrujo. No me lo vai a creer, pero ella reconoció que sí, que me tenía en una garrafa. Le rogué que me dejara ir. Le expliqué lo que era para mí Chile, el regreso, mi vida. Me miró de nuevo, con esa mirada extraña, llena de lágrimas”

Yo necesitaba saber más: “¿Y qué, Lucho, qué te dijo?”.

Solo me dijo una cosa. “Perdoneme. Fui eu, engenheiro. Porque yo a vocé lo quiero” Nunca supe si había una garrafa. Al día siguiente pudimos abordar la avioneta. Una semana después regresaba yo a Chile, después de diez años "

Los ojos celestes de Lucho se llenan de una nostalgia intensa. Algo me dice que lo que Lucho no cuenta es si hubo algo más que una botella pasó con aquella secretaria morena, exótica y callada.


Seguí­s leyendo?

agosto 01, 2008

Christian the Lion



Este video se ha hecho famoso recientemente en Internet, a pesar de que los eventos que retrata ocurrieron hace más de 30 años. Yo tengo mis teorías de porqué el video pega:

Versión animalera: Si uno tiene, digamos, un perrito pastor alemán, tamaño ternero, guapo hasta la médula, que responde al nombre de Fuser y al apodo de “Guapo” y al que se le da trato de mascota muy querida, este video le parte a uno el alma. Es decir, es para cualquiera que alguna vez haya querido a un animal. También para el que reclama cuando en una casa tratan a un perro como a un perro (y no como a una mascota). Y hasta me atrevería a decir que para vegetarianos. O para considerar lo de comer carne. Confirma lo que sabe cualquier dueño de mascota: es mentira aquello de que los animales no piensan o de que no tienen pensamientos.

Versión mal manejo del trauma de separación: Para cualquiera que, como la suscrita, alguna vez haya perdido a alguien muy querido, este video refuerza la esperanza secreta que uno tiene de volverse a encontrar y de la emoción que eso implica. Yo, por ejemplo, durante años soñé que mi papá no estaba muerto, que simplemente se había ido y que no quería saber ni de Ella ni de mí. Cuando uno además se las tira de ateo, es todavía más difícil creer que uno se volverá a reencontrar con alguien que quiso, aunque es una idea que uno añora, sobre todo algunos días duros. Para más llorada emocional, les recomiendo la peli "What dreams may come", especialmente la escena en la que Robin Williams se reencuentra con su hija.


Versión National Geographic: De varios amigos que les he mostrado el video, al menos dos brincan cuando el león se viene corriendo. Y me dicen “Qué susto! Se imagina que no era?” o "qué peligoroso!!" como si yo intencionalmente les fuera a mostrar un video de un león desvirolado que se come en vivo a dos ingleses ilusionados con recuperar a su gatito.

Versión awwww: Sí, la historia es corny, kitsch, corronga, chick-flick, sentimentalona, empachosa y todos los adjetivos que se le puedan aplicar. Se remata con la música que le pusieron y el mensaje new age de ponte en contacto con un amigo que de por sí duran para siempre aunque uno les haga chanchadas (como abandonarlos en la selva). Yo creo que las amistades sí se dañan, y peor aun, que muchas veces somos nosotros los que nos encargamos de hacerlas carroña. No es tan fácil como ponerse de nuevo en contacto. Muchas veces lo primero que hay que hacer es pedir perdón. And mean it.


Seguí­s leyendo?