Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

mayo 15, 2007

Noticia clisé: sopa de muñecas

En el estado separatista de Escazú, al igual que en todos los cantones de este país, hay un Juzgado Mixto, donde aterrizan pensiones, violencias domésticas y contravenciones de los pobladores para que un juez con vocación de psiquiatra o de mártir, le de la razón a alguna de las partes.

Escondido entre las montañas de la zona y a escasos 600 metros del Country, el Juzgado Mixto se afinca en lo que hace unos años debió ser un chozón y hoy, gracias al desarrollo indiscriminado de condominios en la barrio es tan solo una casa grande que en su época debió ser bonita, pero que no tiene piscina, direct tv, aire acondicionado, perro chineado ni portón eléctrico o alarma.

Estos juzgados siempre parecen un mercado. Llegan señoras con niños en brazos, a los que hay que cambiar, alimentar y chinear mientras se hace fila. Comparten a los gritos sus duras experiencias maritales, toques, tiros y volados de su trámite y no es raro que se pongan a llorar al escuchar la historia de la compañera de desgracia o al contarle a alguno de los funcionarios judiciales el motivo de la visita. Se saben mejor que un abogado los códigos, las opciones y los procesos
. Palabras como medidas de protección, audiencia, apremio corporal o apelación les son familiares. Se reconocen entre ellas, se saludan, reclaman cuando demoran mucho en atenderlas, y en general, aportan un bullicioso ambiente a lo que de otra manera sería un sobrio recinto judicial.

El otro día, por encargo, fui al Juzgado de Escazú. Así, a lo discriminatorio, pensé que me encontraría la misma fauna. Y no me equivoqué. La misma fauna estaba. Pero entre todas ellas, escondidas, haciendo fila como todo el mundo, sin privilegios, esperando en las mismas bancas duras, estaban también las otras.

Esta crianza de comemierda me permite distinguir, a la distancia, la ropa cara. Y había. Y también joyas de esas que salen en revistas y manos producto de manicurista y zapatos que valen el salario mensual de una persona. Y afuera, carros del año, como de anuncio. Y las dueñas con anteojos gigantes, redondos, negros, versiones gallopintas de una muy digna Jackie Onassis, envueltas en un halo de perfume caro, en el mismo Juzgado que las señoras sencillas, que las nicaragüenses, que las empleadas.

Con voces pequeñas, piden firmar con su Mont Blanc los apremios corporales por que el señor gerente de multinacional no le da la gana depositarle lo de los chiquitos y entonces no parece tan lejano esa noción de morirse de hambre. Se despintan con delicadeza la base clinique para mostrar un moretón de la discusión de anoche y preguntan si sirve una constancia del médico privado porque no quieren ir a Medicina Forense. Se secan las lágrimas de humillación al relatar, desde una silla de escuela ante el mostrador, sin la privacidad de la mansión, qué le dijo, cómo la golpeó, qué fue lo que pasó y se incomodan cuando les piden detalles. Se quieren morir de vergüenza y por vergüenza no hablan con nadie. Están más desinformadas que todas, porque ni siquiera les alcanza para un abogado. Y están solas. Su presencia de patronas, en cualquiera de sus variaciones, deja muda a la canalla. Y entonces se escuchan más fuertes sus cuitas, en esa forma de hablar tan propia, tan afectada.

En el Hospital Cima no vacunan contra la crueldad.


Seguí­s leyendo?

mayo 03, 2007

Yo! Toh-ny! o Disturbingly Soprano...


Cuando Tony Soprano me empezó a parecer atractivo, lo oculté como corresponde a algo vergonzante. Intenté, con todos los mecanismos de defensa, erradicarlo, negarlo, racionalizarlo, bloquearlo, proyectarlo. De nada sirvieron. Y es que Tony tiene algo. No el actor, James Gandolfini. Es Tony. Tony Soprano tiene algo.

Hace unos meses, en un programa gringo con Gandolfini como invitado- pero en su condición de Tony- dos de las actrices verbalizaron mis sentimientos en conflicto: Tony Soprano resulta peligrosa y oscuramente atractivo, aun cuando está haciendo el ridículo en un programa cómico. Me identifiqué por completo. Esa fue la señal divina que 150 millones de gringas y su suscrita servidora, no podíamos estar equivocadas. O si no, todas coincidimos en el mal gusto ordinario. Que levanten la mano por favor las que les pasa lo mismo.

Y es que una requiere esa confirmación, porque viéndolo objetivamente, Tony dista mucho de ser guapo en el sentido más aceptado, evidente y objetivo de la palabra. A Tony le sobra peso (mucho), le falta pelo (bastante) carece de cholle y estilo (como lo demuestra la esclava de oro de la muñeca, algunas camisas y la forma de hablar), es medio perro (nada nuevo…, agravado por no es picaflor, es de andar con putas) y con cierta tendencia a ser duro (por no decir violento, carepicha o salvaje). A la vez, tiene su lado tierno y suavecito, como esos cariñitos con los patos del patio o con su díscolo y heroinómano sobrino. Uno diría que lleva las de perder. Pero no hay que estar tan seguro. Para más de una, entre Brad Pitt y Tony, gana Soprano. El machillo está lindo. Pero nada más. Para esa gracia, mejor me consigo un lindo e inofensivo gatito. Vendría a ser lo mismo.

La confirmación más reciente de ese extraño efecto es la portada de abril de Vanity Fair. Yo la vi en una tienda y tuve que parar, entrar y agarrar la revista con las dos manos. Me entró además una urgencia como de comprarla y me sorprendí sonriendo sola con un dejo, según yo, de femme fatale. Al admirar la foto, sentí que estaba haciendo algo muy privado, en público. Una sensación fuerte, intensa y poco frecuente. Hubo además un connato de respiración y pulso acelerados, aparecieron gotitas de sudor incipientes en la frente y me ruboricé notablemente. Yo quería ser esa macha. Con patas sin celulitis. Esos zapatos tan lindos. Claro, que si hubiera sido yo la de la foto, salgo mordiéndole el pescuezo y agarrándole algo más, para afianzarme. O sea, hice el papelómetro.

Vineando en la red, me encontré que la famosa portada ha causado revuelo. Han dicho de todo, que la foto es machista, que muestra a Tony como un hombre que solo usa a las mujeres, que le niega la personalidad a la modelo que sale con él (que por cierto es la que hacía el papel de Adriana, la novia de Christopher y es gay), que se nota, por la fuerza con la que la agarra, que luego va a hacer algo violento, que es una celebración del macho, que Susan Sontag (que fue pareja de Annie Liebowitz, la fotógrafa ) le daría un soponcio con esa foto, que es discriminatoria, que esto, que lo otro, que aquí que allá.

Que hablen todo lo que les de la gana. A mí la foto me encanta y ando viendo cómo me compro el original de la revista. Me parece que retrata la esencia del lado oscuro de un patán que sabe que ni siquiera hace falta disimularlo, que así de crudo le sobra y basta y que sabe que gusta. Que subsiste, en las mujeres, la necesidad antropológica, milenaria, innecesaria de tener un macho muy macho al lado. Pero que, a la vez, eso suele ser solo una impresión meramente primaria. Jugar a ser puta debe ser divertido en una aventura peligrosona, o en un levantín, o en una ocasión especial o caprichosa. Debe ser espantoso que te traten como una percanta las veinticuatro horas del día. Yo me apunto más a aquello que decía el Che, de que hay que ser duro, sin perder jamás la ternura.

También sé que si no fuera por el Antídoto, a mí Tony Soprano me pide ser su goomara (su amante. Es que hablo mafiosi con alguna fluidez. Un dato que lo demuestra (de esos que no sirven para nada salvo para robar espacio en las células del cerebro): Mafia significa Muerta a Francia Italia anhela. Ven?) o me hace una arrimis con atisbos de riesgo, o siquiera me alza a ver, no habría terminado de preguntarme nada cuando ya yo me estaría sacando la camiseta, revisando, por aquello, que ande calzonillos sexapilosos (con elástico y tela en buen estado) y saboreándome como el lobo de los cuentos.

Por todo lo anterior, Tony Soprano merece el título de riesgo inminente de infidelidad, con mínimas posibilidades de concretarse. Bien dice el Comandante que la esperanza es lo último que se adquiere. A menos, claro, que en un viaje de estos míos de frequent flyer… una nunca sabe!!

Seguí­s leyendo?

mayo 02, 2007

Awwwwwww....

 


Mi sobrino... recién llegado el día de ayer, conocido en el bajo mundo como Juan Pato, por una neurosis de mi cuñada de que la criaturita todo lo tuviera de patitos amarillos, maldosamente fomentada y fondeada por mí.

Mi hermano está en tal grado de shock que ha reaccionado fresco y calmo, como si éste fuera su hijo número diecisiete en lugar del primergénito.

Se reporta que come, duerme y caga y que, por el momento, no se parece a nadie (obvio!)

Lo veré el sábado, por primera vez y si me dejan alzarlo, le diré lo que decía Mimí que me decía al oído a mí "Vos vas a ser muy muy feliz. Toda la vida. Nunca le creás a nadie que te diga otra cosa. Muy feliz". Claro, Mimí me decía otras cosas, pero esas me las reservo para mí.
Posted by Picasa

Seguí­s leyendo?