Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

octubre 30, 2005

Enlace

Pos ayer, mientras hacía mi recorrido por los blogs que leo, me voy encontrando con esto, gentil cortesía del Tugocitario. Pásenle a lo barrido. Además de irme de Plop!, me ha hecho sonrojarme por tan inmerecido honor y enviarle un correo de agradecimiento por dejar fuera del recuento mis tonteras, las correteadas a Fuser, los ex abruptos y malas palabras así como las decepciones que se pudo haber llevado en la visita guiada a la guarida de esta isla. Parece que funcionó el soborno con comida.

Toy para servirles para aclarar cualquier referencia de la entrevista, la cual, como les dije, es demasiado generosa con quien les escribe y se ajusta a las partes rescatables que ni cuenta me di cuando las dije. No se responderán consultas escaborosas (política de empresa).

Y como en este archipiélago el maestro Yuré ya nos había enseñado las enormes ventajas del Quid pro quo, al tiro me garanticé los derechos exclusivos para el profile personal del Tugo o sea, algo así como:

El Tugo: da insai edichon


y de su inquieta mano izquierda. Si tienen preguntas que les interese se realicen, sírvanse señalarlas en sus comentarios que aquí nos encargaremos de tratar satisfacer todas las dudas del reservado entrevistado.


Y al Tugo: (léase con acento chileno) te pasaste... quedó bacán, graziaz...

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octubre 28, 2005

Los corredores

Todo empezó como un rumor lejano. Al principio nadie creía mucho, se decía, por todas partes, pero sin ninguna cara, que pronto, el gobierno, iba a hacer “algo”, que la situación ya era insoportable.


Luego se escucharon acusaciones más claras: Lo de los corredores tenía que parar, por el gusto o por la fuerza, pero se paraba. Decían que su actividad era abiertamente inmoral y contra los designios del estado, porque tarde en las noches, si todo el país hacía silencio, se detenían las conversaciones y los carros, se oía como una tromba los pasos de los corredores pegando en el asfalto, en un estruendo casi guerrero y provocado. Y peor aun, aunque no sonaran los zapatos y corrieran por tierra o zacate, en ese total silencio imaginario, se escuchaban, indecentes, los jadeos, su respiración cortada, que evocaba tantos malos pensamientos.


Primero la televisión y La Imparcial ignoraron, por completo y como si nada, el mundial de atletismo. Se prohibieron las carreras de los domingos, alegando que se trataba de reuniones multitudinarias que alteraban el tráfico y convertían en materialistas ávaros a todos los que corrían por el primer premio, y en focos de lástima y burla a los que iban al lado de la ambulancia. Y eso, claro, atentaba contra el constitucional principio de la igualdad de los seres humanos, así que si no había forma de acabar con tan discriminatorio sistema, mejor se eliminaba toda forma de competencia.

Los corredores, al principio, no prestaron atención y siguieron corriendo a su gusto y acomodo. En buzo, en shorts, por las noches, a medio día, sonriendo o quejándose, como siempre o habían hecho. Alegaban que su deporte era la más pura expresión del individualismo, y que por ende, no había nada de subversivo en ello, no representaban ningún peligro.

Pero no hubo razón válida. Empezaron a desparecer los corredores, poco a poco, a cerrarse los campos para atletas, a prohibirse correr en las calles y comprar tennis fue considerado como delito de traición a la patria. Los sudados eran vistos como sospechosos y aquel que sin justificación clara osara vestir un short o correr hacia la parada, era detenido e interrogado por veinticuatro horas para asegurarse que desistiera de tan malas prácticas.

Los corredores fueron secuestrados por reconocidos sedentarios que además se encargaban del cruel interrogatorio. “Así que a vos te gusta eso de andar corriendo... y eso es más sin gracia...” y los encerraban por horas en oficinas con aire acondicionado, computadoras, atados a una silla cómoda y alta, para que navegaran en internet sin poder hacer ningún movimiento que no fuera en el mouse o en el teclado, eso sí, nada rítmico, no fuera a ser que en lugar de ejercitar las piernas ejercitaran la respiración o los músculos de la mano.

Las torturas fueron terribles. Algunos les colocaron las tennis enfrente y se las rompieron en pedacitos. A otros les dijeron, mintiendo, que estaban lesionados y que jamás en sus vidas podrían volver a correr, si acaso, a caminar con cuidado. A otros más, los pusieron a presenciar carreras y los amenazaron, revólver en mano, para que no apoyaran a los corredores amigos, sino que guardaran un silencio hostil, censurado. A otros más, les permitieron brevemente, la felicidad enorme de correr, pero les negaban el agua o el gatorade o el cataflan y el zepol para el pie hinchado. Con tanto dolor, muchos, auto proclamados individualistas deportivos se dieron cuenta horrorizados, de que siempre, inconscientemente, habían sido irremediables solidarios.

Lo peor eran los nombres: “Decinos quiénes corren. Decinos”. De nada sirvieron las explicaciones conocidas de la soledad que implica el atletismo. “Sabemos que saludás a la gente que corre a la misma hora que vos. ¿Son éstos?” Y le enseñaban las fotografías de la cédula de otros sospechosos. Los reconocimientos eran difíciles. Y es que los corredores se conocían en shorts, despeinados, de camiseta vieja cansados y sudados, y en cambio, la foto siempre los mostraba tan sedentarios.

Por supuesto, hubo quienes para escapar de todo aquello, inventaron nombres y direcciones. Sin embargo, bastaba probar que con correr cien metros uno terminaba agotado y al borde al ahogo para convencer a las autoridades que la acusación incriminante de ser deportista era totalmente infundada. Mejor que mejor si se contaba con músculos flácidos y colesterol alto. Era muy fácil la prueba innegable y salvadora de que uno era un vago.

El terror duró unos años. Luego, poco a poco, la cosa fue cambiando, y tímidamente se fueron asomando a las calles, los primeros valientes, los que regresaron del exilio del impuesto descanso. Hasta que de nuevo, ver corriendo a gente, como antaño, se volvió de nuevo costumbre que no ofendía ni a Dios ni al Estado.

Así de estúpido fue todo aquello. Y vos, ¿corredor o sedentario?

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octubre 24, 2005

Cortitos

- Dice Yuré que le dispararon. Me ha dejado preocupada y él sin sección de commments como para por lo menos darle ánimo. Y preguntarle que dónde andaba. Y porqué lo balearon. Como sé que a veces se asoma por estas alamedas, un abrazo )que no sea del lado malo). Y un reclamo: Aunque supe del famoso osito, nunca me enteré de como Sol quedó vestida y alborotada en el altar!

- Si quieren ver un peliculón, vayan a ver Valentín. Recomendada por Yuré y Otrova, todavía la están dando en el cine. Vale la pena. Acostumbrar eso sí el oído porque está hablada en argentino y sin subtítulos. Hasta la recomendé hoy en el programa.

- Mi laptop le ha entregado su alma al Bill Gates del cielo binario. Mañana voy a que me destuzen en el servicentro del distribuidor autorizado. Se supone que además de repararla, la limpian, le quitan los virus y la dejan como nueva. Puede que me ausente unos días por culpa de eso.

- El miércoles tengo reunión en la tarde con el Patán. Me preparo para que me falte el aire y se le/ se me alborote el aparato. Yo no quería ir, pero me convencieron a punta de mentiras al ego: que él no toma decisiones legales sin el consejo de la suscrita, que él es mi cliente más importante, que mi presencia es fundamental. Después de reírme y negar los cargos, acepto. El encargado de organización me dice que perfecto, que no tengo que abrir la boca en la reunión y que no se me olvide ir en minifalda. Es decir, no soy más que un obejto! (que tampoco es que me molesta, digamos).

- El sábado tuve no sé si la oportunidad de ver a Oscar Arias. Alguien se le acercó y le dio, de brocha, las gracias por haberse lanzado. No calculó la respuesta del Palomo: "Soy un estúpido, soy el hombre más bruto del mundo por hacer esto. Estoy harto"... Ah! y vi a más de una aplicando a lo de primera dama. No, si como dice una amiga mía, lo que sobran en este país, son zorras.

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Mi apostolado

Ahora – guardando las distancias- creo que entiendo lo que sienten las que son mamaces el día de la graduación del Zinder. Mi abuela, mi querida abuela, solía regañarme cuando habla de graduaciones de cosas tan intrascendentes como graduarse de kinder con énfasis en bolitas de papel crepé, diciendo:

“Graduación? GRADUACIÓN DE QUÉ? De qué se gradúa el mocoso ese?, decime, de qué? De qué?” Y seguía despotricando contra esas necesidad nuestra de celebrarle a un enano, con toga, birrete, título, foto y fiesta, lo que es su único trabajo y ocupación, que es la de pasar de año.

Si estuviera viva, creo que me hubiera correteado por toda la casa a escobazos y me hubiera echado además por hereje si el sábado pasado me hubiera presentado yo con mi cuasi ternero y con los ojos transparentes de alegría, la moquera a flor de nariz y la emoción en la voz cortada le hubiera dicho:

“Mimí “ -así le decía yo a mi abuela: Mimí...- “Se nos graduó Fusercito!”

Y sí. Mi perrito se ha graduao suma cum laude con honores y casi casi con recomendación de publicación. Después de ocho semanas ya finalmente entiende tres órdenes. TRES! Desafiando la genética, está hecho todo un gato, además de un papucho innegable que llama la atención de perritas y humanos. Le pasó, además, las mías en la adolescencia: creció a velocidad impresionante pero aun no se ha dado cuenta y pega contra todo, no cabe en ninguno de sus adorados rincones, todavía pone las patitas en la cama para que lo suban y me cae encima para cariñitos sin darse cuenta que me está asfixiando.

Claro que hay que hacerle unas modificaciones. Yo no supe hasta el último día que le estaban dando órdenes en alemán y la verdad es que la imagen de un pastor alemán que responda órdenes en ese idioma me trae a la mente imágenes demasiado cruentas como para repetirlas con mi perrito. Así que aprovechando que el alemán y el inglés tienen algo de parecido, ya le estoy enseñando a Fuser a ser políglota.

Salió apestando además a chancleta de hippie en verano y contra todos mis principios, caí en el vicio capitalista ese de llevarlo a dry cleaning de perro para que quedara bañado, peinado, despulgado, perfumado y divino. No sirvió de mucho porque quedó oliendo húmedo y saliendo no más se restregó en el primer charco. Ahora huele igual que una tennis mojada que se seca en un carro cerrado a medio sol...

El día de su regreso estaba que brincaba de contento. Hasta que se dio cuenta que el campamento infernal no ha terminado. Tengo instrucciones claras de que todos los días tengo que entrenarlo al menos veinte minutos. Y mis tres libros de perros (los encontré gracias a amazon. Sí, también me da vergüenza, pero me aguanto como los machos) lo confirman. Me armo de pedacitos de hígado cocido, le pongo el collar de entrenamiento que parece instrumento de medieval tortura y durante vente minutos le digo las mismas tres palabras a un perrito que debe estar convencido de que yo soy más neurótica de lo que parezco.

O sea que viene a ser como mi apostolado. Estando yo chiquita se veían con frecuencia señoras con vestidos planos y feos color café quemado y un rosario guindando en el pecho. Cuando le preguntaba a Mimí, ella me decía, con admiración en la respuesta que eran las señoras que usaban el hábito de la Virgen del Carmen. “todos los días?”- “Todos los días”- me decía ella. Yo creo que Mimí les admiraba lo estoico, la fe, la fortaleza. Yo me preocupaba de cosas más banales como cómo se metía una a una piscina con el hábito de la virgencita y cuántos de esos habría que tener en el clóset y si no habrían pensado en hacerlo en colores menos feos y más alegres. Además de que si así era el agradecimiento por favor concedido, no me quería imaginar cómo sería el castigo.

El entrenamiento de Fuser será mi hábito. Veinte minutos diarios, pero hábito al fin y al cabo. Si no, se le olvida todo y al carajo la inversión que hicimos. Para ir a una piscina hay que dejarlo en algún lado: el colegio de abogados insiste, a pesar de la evidencia en contrario, que no se admiten ni animales ni perros en la pila. Tenemos una canasta/clóset- el neceser del chiquito- llena de sus huesitos y juguetes. La industria de las mascotas ha crecido tanto que hacen de todo en todos los colores.

No me interesa que se convierta en perro de exposición y trofeos (miento, sería feliz digamos con un tricampeonato del mundo), pero al igual que cuando llegue Santiago, si alguien me preguntara qué quiero que sea de grande le diría que quiero que sea bueno. Y si me preguntaran en el futuro lejano cómo es (Santiago, no Fuser), quisiera responderle lo que dijo una vez alguien que se llamó Alexander S. Neill: “Ni mejor ni peor, simplemente feliz”

Alexander Neill fue el fundador de Summerhill, una escuela en Inglaterra que se basa en la libertad.

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octubre 20, 2005

El par de ellos

Qué lindo el par de angelitos que no les podemos decir corruptos hasta que se los pruebe lo contrario, finalmente en libertad, justo cuando inicia la campaña electoral...apenas para consagrarse como mártires y pulsear el ritorno para el 2010.

La coincidencia de quedar libres con días de diferencia... la coincidencia de quedar libres a los días apenas de que lo había solicitado el presidente cuasi electo...

El fiscal cimarrón que hay en mí espera con emoción las entregas del periódico La Extra, las revelaciones de Junior, las nuevas versiones de los testigos, los errores del Ministerio Público y el sonado juicio para darle seguimiento al asunto.

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octubre 19, 2005

La cura

(esteeee... la siguiente narración no necesariamente refleja los valores, la vida, pensamiento o experiencias de la autora y toda la hablada que ya se saben. Y si los reflejara tampoco les diría porque es más emoción con duda pendiente)

Hubo una vez un día en que me di cuenta de que sentía como un vacío enorme en el corazón. Andaba, todos los días, arrastrando una especie de tristeza milenaria, un desencanto con la vida. Veía los anuncios de pólizas contra incendio del INS y lloraba con nostalgia. Me envolvía la melancolía. No le encontraba sentido ni al mundo ni a la vida. Me sentía, como decía Calufa, como un papelito transparente y azul. Nada me animaba y contemplaba al resto de los estúpidos seres humanos reírse y disfrutar cosas que para mí, no tenían la menor importancia. Hasta acuñé la frase de que triste me sentía más inspirada para escribir, para pensar, para opinar, para vivir... Ensayaba las tristes alegrías. Ensayaba la respuesta corta para el que me preguntara qué me pasaba, porqué había cambiado, qué había sido de aquella escandalosa florecilla, hoy encerrada en sus propios laberintos.... O sea, en las ventajas secundarias de aquel estado.

Yo pensé, seria y narcisamente, que al fin y a pesar que mis superficialidades, no estaba ni en crisis ni en depresión, sino en un estado existencialista que me hacía discípula ejemplar de Sartre. Estaba a un paso de escribir la novela que forjaría juventudes del próximo milenio, revoluciones generacionales, desde ese punto tan desolado de vista que me afligía. Atrás quedarían los padres del existencialismo, arrodillados ante mis nuevas conclusiones brillantes, que estaba segura yo, a nadie nunca se le habían ocurrido antes (y que por cierto ya se me olvidaron).

Días antes de aplicar al examen por suficiencia del PHD en filosofía existencialista de la Universidad de Oxford, mi amigo M, dudoso de la profundidad de mis pensamientos y con ojo clínico propio de su profesión de médico, me mandó a hacer exámenes de sangre.

Salí con la tiroides jodía. Es decir, una glandulita super enana, escondida por debajo de mi cerebro, era la responsable de mi estado mental y no mi propia proceso de intriga sobre el motivo de mi estancia y paso por este valle de lágrimas. No me elevé a una nueva dimensión del pensamiento. Se me despichó mi tiroides que es bien distinto y que no es igual.

Con el diagnóstico, nos dimos cuenta además que los otros síntomas, que yo consideraba características propias y no enfermedad, eran también cortesía gentil de mi tiroides desbocada. Eso de pedir cobija en el infierno (siempre cargo mi suetica y duermo con buzo y tres edredones) lo despistada (eso no quedó del todo curado), que a veces no me funcionara el casette bilingüe (se me olvidaban las palabras, como a los alienados) y sobre todo y ante todo, la pereza y la inercia, que yo autocastigaba como una vagabundería chineada forzándome a correr 5 km diarios (práctica que debo retomar según me informa mi cadera).

Después de la incredulidad de que una enfermedad orgánica afectara el ánimo y la aceptar decepcionada que no revolucionaría la filosofía moderna, M muy serio me dice que hay además otro síntoma. Yo no entiendo nada. Me explica que con la tiroides el deseo sexual desaparece. Yo le digo que ni me angustia que después del último trauma, de ese borrón en mi cuaderno, pasará un buen rato antes de que me den ganas de nada. Me dice que me habla en serio, que aun con tratamiento y la cosa, puede durar meses en regresar... Y ahí sí me alarmo porque yo no tenía pensado volver a la castidad en una forma tan forzada. Le pregunto cómo saber si estoy curada. Me dice, como en las series baratas de tele que solo el tiempo lo dirá. Yo quedo aun más confundida pero le apuesto a San Pascual bailón, santo patrón de las cosas no halladas.

Empecé a tomar la pastillita que tengo que tomarme todos los días de mi vida para que se mantener balanceada la química del metabolismo. Advertida de que al igual que la enfermedad, la cura era lenta, me armo de paciencia. Con el paso de las semanas y hasta meses, veo que me vuelve el apetito, que paso varios sin llorar de emoción cuando veo la cría de cualquier animalito, ya no lagrimeo con los programas de national geographic, no me conmueve la amabilidad de un taxista, he recuperado el patrón del sueño, y en días de 33 grados centígrados 110% de humedad de manga larga y a medio día, me animo a afirmar que siento un calorcillo. Recupero la capacidad de hacerle al inglich y así evito que me echen de mi trabajo. De vez en cuando me echo un chistecito y hasta yo me río. La cosa va bien- pienso- en realidad, casi toda la cosa.

Cuando vi que me iba recuperando, empecé a exponerme a caballeros reales o imaginarios para ver si aquella sensación, tan propia de la patada de hormonas, estaba todavía en mí. Los resultados fueron, a la vez, una desilusión y una preocupación enorme. Por aquel sentía como una ternura y unas mariposillas en la panza que... No, no, no. Nada de ternuritas. No confundamos las cosas. O hay patada hormonal o no sirve. Para ternuritas mi hermanito. Por aquel otro era así como una comodidad enorme, podía hablarle de cualquier cosa, me sentía tan segura.... Nononono. Tampoco. No queremos un hombre para que sea mi mejor amiga. O por lo menos no en este momento. Si no hay patada, no hay nada. Qué guapo es este! Pucha, este es un ejemplar del hombre de la mitología femenina que es universalmente guapo, es decir, aun ante la variedad de gustos todas coincidiríamos en que es bello!.....NONONONO. Para hombres guapos, los busco en revistas o en películas. Ahí estaban Sean Connery, Denzel Washington, Robert Redford... que aun en las poses más viriles, no dejaba de verlos bellos, pero nada más que eso. Resultado de mi experimento: Sabor, cero.

Cuando pasaron cinco meses y ya solo me faltaba recobrar una de mis capacidades, esa de mis capacidades, me resigné y lo comenté con mi amigo M. Le dije que estaba haciendo averiguaciones para ver cómo se inscribía uno en convento y que si la cosa mejoraba colgaría los hábitos. Con curiosidad de investigadora social, expuse que finalmente entendía eso que antes me parecía increíble, las señoras que llamaban al programa (de radio en ese momento) y decían que no les gustaba el sexo, que no sentía ganas, que no les hacía falta y me conmiseraba con ellas.

Yo, la siempre dispuesta, cuasi zorra declarada, la que no necesita que le mintieran cariño para un asuntico que valiera la pena, había entregado como un jefe de aldea gala a los romanos de la insensibilidad, mi reino, mi espada. (si eso no se entiende, lean Asterix y la rendición de vercingetorix).

Y así, aceptando mi destino, seguí pasando por la vida. Hasta que mi jefe me pidió que lo acompañara a la fiesta de inauguración de un cliente. Lo acompañé por compromiso y no por gusto. Me prometió comida variada. Llegamos y nos aburrimos un largo rato. Hasta que apareció el Patán... un invitado más al affaircito.


Se acercó a nosotros y a mi jefe le dio la mano, pero a mí, a mí me regaló una mirada con los ojos achinados y la sonrisa a medias que tanta inestabilidad me ha causado... y me dio un beso de saludo muy cerca de la comisura de los labios rozándome con el bigote mientras me sostenía fuerte de la cintura y me acercó todo el cuerpo y me envolvió su olor – una mezcla de hombre, colonia y cigarro- y me dijo no sé qué haciéndome cimbrar el cuerpo y el tímpano, y ahí, ahí tuve la certeza, la inmensa alegría la sensación única, indiscutible, personal, irrepetible sensación de estar curada. Eso que solo puede dar la conexión directa y sin aviso al conocimiento insuperable que la sensación pura, salvaje, y cruda que es el hambre. Nada de cariñitos. Qué te quiero mucho ni qué ocho cuartos. A lo que vinimos. Si él me lleva ganas y yo le llevo ganas, vénganos en tu reino.

Y eso, desde ese entonces, se lo agradezco y lo recuerdo cada vez que lo veo o que me llama para pedirme algo (de brete, no sean malpensados). Y lo recuerdo no solo por agradecida, por devolverme la salud, sino porque sigue teniendo- para mi mala suerte- exactamente el mismo efecto. Es una advertencia de eventual infidelidad, no intencional pero como el caso fortuito en derecho, inevitable, que me veo obligada a hacerle a cualquier potencial traido. A menos que quiera aguantarme como los machos. Y no sé si quiero.

Moraleja de la historia: Una glándula chiquita te puede volcar la vida alrevés. Una gotita (o varias, pensemos por ejemplo en la alegría que producen los carretones de copero ante la emoción de volarse un copo con leche. Mucha leche) te la puede colocar de nuevo en el camino correcto.

Glosario (para Ilana)

INS: es la institución monopólica del estado que vende seguros. Suele hacer campañas de tv que le sacan a uno las lágrimas, sobre todo de incendios y accidente de tránsito. Evadir si anda uno tostao de la tiroides.

Calufa: Brillante escritor costarricenses y como si fuera poco, comunista consagrado. Se recomienda la lectura de Marcos Ramírez, Mi madrina, Mamita Yunai y Gentes y gentecillas. Se ubica en amazon.

Despichó: del verbo despichar. Más o menos equivale a que se hizo mierda.

Zorra: dícese de la mujer dadivosa de lo suyo sin cargos adicionales en moneda e/y/o otra forma de pago. No solo por amor sino también por gusto. El título se lo suelen otorgar otras mujeres envidiosas que desearían estar haciendo lo mismo pero no pueden por culpa.

Brete: laburo.

Traido: Cualquier affair que valga la pena. Use as in “traido arrebatado”.

Asterix: popular caricatura francesa (suena arrogante, pero no). El otro, para que se ubiquen, era el mandamás de los Galos que tras ocho años de hacer comer mierda a César, se rindió y le entregó su espada. Los galos después se la robaron y aun no se sabe dónde quedó escondida.

Carretón de copero: Los copos se hacen de hielo raspado al que se le echa sirope de sabores, de preferencia de sabor de kola para que sean rojos. Se come con leche condensada o en polvo. En el trópico, por razones de sol, los carretones donde se transportan el hielo de los copos, suelen pasar muy húmedos y chorreando, cachai?


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octubre 18, 2005

Marxismos

(De Groucho, pero Marxismo al fin y al cabo. Carlitos no tiene la culpa. La familia no se escoge)



¿Porqué le llaman amor

cuando lo que quieren decir es sexo?



Fácil:

Para llevárselas entre las patas, ¿para qué más va a ser?
El punto se resuelve matemáticamente:
la denominación de los factores no altera ni el gusto ni el producto.

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octubre 17, 2005

Planes navideños



Como the Grinch who stole Christmas, una de mis tradiciones es huir para donde sea cuando el aire huele a Navidad. Este año no había planeado el refugio y hasta pensaba que en mucho tiempo no volvería a pisar las calles nuevamente, aunque lo extraño y con frecuencia, lo sueño.

Pero a raíz de una conversación cuernofónica, me he entotorotado y ya estoy planeando fechas y hospedajes. Esta vez, quiero atravesar la cordillera en bus. Y recorrer Montevideo con otros ojos. Dejaré que mi fantasma visite a Elsa. Esta vez, acamparé en el aeropuerto para que, a diferencia de junio, no me deje el avión (por andar en la luna llegué al aeropuerto justo cuando despegaba). Eso, siempre y cuando no sea solo un plan y me anime a hacerlo.

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octubre 16, 2005

T'was the night before Columbus Day

Cuando me soñé, de nuevo, con blogueros. Este sueño no fue un one on one, pero tampoco fue un sueño de esos.

Como los sueños carecen de racionalidad, cuando me di cuenta estaba yo, con mi camisa favorita de vampiro (velvet red) en la puerta de un lugar de encuentros. Y no había nadie adentro. Se materializó una voz que ni siquiera me preguntó nada sino que afirmó de una vez que esperaban a Solentiname, y me llevó, como en las películas, deslizándome a la entrañas de esa vieja casa semi alumbrada apenas con sonidos de músicos de antaño reverberando en los rincones. Me indicó con una mano fantasma y transparente el lugar donde tenía que esperarme, y al ver mi destino, tímidamente me volví y le dije:

“pero QUE ES EL PROBLEMA CON USTEDES AH? Llamé dos veces, DOS VECES, y las dos le dije que era para SEIS, no para ocho ni para cuatro, para SEIS! Y además que la quería lejos del escenario. Yo ya me suponía que la primera vez que llamé no me iban a creer porque me contesto un muchacho nicaragüense que pensó que lo estaba vacilando cuando le dije que era para Solentiname y ahora esto. Sí. No. No sé con quién hablé hoy, era extranjero también. Me arregla esto ya, o me voy y no hacemos nada! Esunrelajounabarbaridáaesoledicenservicio...”.

Nos teletransportamos al rincón más alejado, donde me senté yo solita, por una eternidad, a esperar a los otros espíritus chocarreros del más acá cibernético. El camarero fantasmal me enseñó una carta de vinos y me recomendó los chicharrones. Viendo que faltaba toda la tropa, quedamos en que más tarde le informaría telepáticamente de nuestros antojos.

Como en los sueños pasan cosas insólitas, ni me inmuté cuando se me acercó una cámara caminando. Se me quedó mirando y cerrando y abriendo el lente del zoom, me enseñó una fotografía digital de una gran sonrisa. De reverencia de educada galantería, me dice “Entonces, te acordabas o no te acordabas de mí?” Y yo, para mantener el mito de la memoria privilegiada, le digo que cómo no me voy a acordar vos, Oscar. Y empezamos la conversa como si hace dos días la hubiéramos dejado pendiente. Del estuche de las pilas, saca un habano y me dice “Espero que no te moleste. Tuve la deferencia de que fuera cubano.”

Le pregunto a Oscar que porqué está tan oscuro. Y me dice que no es la noche ni la ausencia de ventanas y ni siquiera le velita miserable que alumbra cada mesa, sino ese árbol de guanacaste que nos sirve de sombra. Antes de que me de tiempo de preguntarle si está loco, se escucha el guipipía transplantado desde la pampa y la Gata vaquera hace su triunfal entrada maullando al ritmo de Malpaís. Me saluda de abrazo de vieja amiga y me dice “Soy Flory”. Yo lo presentía de por sí. Y nada, le respondo- para mí sos Flo.

Como en los sueños a uno no le importa sentir que se está volviendo loco, no me preocupó estar hablando con dos perfectos extraños y poniéndolos al día en las aventuras de – perdonando el plagio- mi blog real, de mi vida.

Mientras nos reíamos de algún chiste mal contado, escuchamos el escurrir presuroso de cinco dedos que con agilidad se treparon a la mesa, nos dio la mano a todos, y una vez asegurada la atención, ensamblados como la familia Adams, el pariente lejano de Dedos cumplió con su misión. Dijo ser la famosa mano izquierda, adelantada como es propio de su inquieta naturaleza, que entró de primera en misión de espía para echar un ojito y decidir si era el lugar y la turba apropiada para que my ojitos café se sintiera a gusto. Y sí, si era. Se elevó en el aire haciendo la señal internacional de todo bien y llamándolo con uno de sus dedos. El Tugo se acercó sonriendo. Flo tuvo una revelación mística que le aseguraba hacerlo conocido de vidas pasadas. Yo le reclamé por haberse cortado el pelo (hasta que me di cuenta, días después, avergonzada, que la equivocada era yo. Nunca no había visto largo).

A la cabeza de la mesa, Otrova se nos unió de último, madreando los inconvenientes de parqueo y su llegada tardía, acusóse de ser poco frecuente de la zona, y se sorprendió de vernos enfrascados en discusiones blogeras de dudas pendientes. Lo actualicé de un solo tiro y se nos fue a los cinco unos dos meses, sentados en la mesa, intercambiando impresiones, bromas, sonrisas, aclaraciones, recuerdos, ideas, elucubraciones, las ideas de cada uno sobre el otro, las coincidencias de nuestras vidas reales, los secretos que aun quedarían pendientes y se revelarían en un post futuro.

Invocamos a Ilana y le pedimos a una luciérnaga que le llevara nuestros abrazos. Nos trajo de vuelta entre los vapores de una nouvelle latinamerican cuisine un botoncito de play. Sonaba su voz a través de la distancia y yo decía “pero si suena mexicana! Yo hubiera jurado que tenía acento de Argentina” y Otrova “tus papás te enseñaron hebreo?” y Oscar “no le digan que soy yo el que le va a hablar, quiero que sea sorpresa”. Nos intercambiamos el micrófono para poder hablar todos con ella. “beban mucho a nombre mío”, nos decía “gracias por invocarme, de verdad”, “que la pasen lindo”.

Y faltaron Quintu y Yuré y Bandido y Dean, por lo menos en el sueño, pero no faltaron porque pensamos en ellos y acusamos falsamente a Oscar de ser el mismo que Bandido y expusimos la prueba que resultó ser espúrea y especulamos sobre si Quintu sería de camiseta negra o de barba de candado, o con un libro de Hesse bajo el brazo y anteojos redondos y de cómo sería, cómo sería, cómo hablaría, cuándo estuvo aquí el buen Yuré y de lo mucho que extrañamos el pseudo chat de su sección de comentarios. Les contamos a todos que lo pueden encontrar en www.ajde,blogspot.com y que sabíamos que era él porque tampoco podía uno comentarle. Y me interrogaron sobre Dean. Fiel a mi promesa, no solté ni media prenda y le aumenté el aura de misterio.

La noche nos llevó a tres extraños reales a la casa de un cuarto. Como uno en los sueños sabe que nada malo le pasa en realidad, yo, a pesar de ser la única mujer que quedaba, accedí y hasta instigué el movimiento. Nos sentamos cuatro amigos virtuales a tomar ellos vino y yo chocolatito caliente. Y resolvimos el mundo de los blogueros y hablamos de la responsabilidad social de lo que se escribe y que quién era quién y dónde y cuándo. No hubo final. Me desperté a medio sueño pensando que iba tarde para el brete y que tenía que correr para atravesar toda la ciudad.
De todos me dejé algo. Una foto, una pulsera, una empanada de pino, un secreto. Y no sé si habrán dado cuenta que les dejé algo mío.


Yo no sé, la verdad, lo que pasaría si todo eso lo hiciéramos verdad. Dice Oscar que la magia existe hasta que se explica y pierde la gracia. Yo creo que aun y cuando se cumpliera el sueño, la magia no se apagaría. Porque yo no necesito que alguien a quien leo me explique porqué escribe así. No necesito que se disculpe por lo que escribe o que me de sus razones. Necesito nada más que me guste y que lo quiera visitar y leer, aunque a veces no se me ocurra qué comentar. Y eso me basta para saber que no me decepcionaré. Porque nadie que escribe así, nadie que piensa así, nadie con esa sensibilidad, nadie que sienta como yo siento la necesidad de escribir, me podría decepcionar. Tendríamos creo, por lo menos lo básico, lo de adentro, en común y tontos seríamos por creer que el envoltorio prevalece sobre la esencia.

Nota de Sole: Graziaz a todos los del sueño por las palabras tan amables que de forma tan narcisa me soñé que tuvieron conmigo. Con ojitos pizpiretos, de corazón, graziaz.

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octubre 15, 2005

Limitaciones de los pensamientos de un santo

La soberbia no es grandeza, sino hinchazón
y lo que está hinchado, parece grande, pero no está sano

San Agustín

Evidentemente su condición de santo y padre de la iglesia, y el temor irracional a la consecuencia de lo mal llamado pecado, le impedía ir más allá de su brillante conclusión y ver que había otras cosas a las que podía arribar con los mismos elementos y que con humildad en este acto aporto:

Hay grandezas que aunque se originan por el mismo mecanismo de hinchazón, se ven soberbias y aunque esté hinchado, lo que interesa es que se vea grande y lo de no estar sano se soluciona con examen de laboratorio y a veces antibióticos y lo único que quedaría por confirmar es si hinchado, grande y sano, resulta además, sabroso.

(ahi me perdonan la ordinariez pero es uno de esos días...)

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octubre 14, 2005

Voicemail

Cuando llego a la oficina y veo mi super moderno teléfono digital que tiene botoncitos para todo y requiere de licencia para manipularlo, me fascino con lo avanzado de la tecnología y mi condición de analfabestia, como diría Yuré, para lidiar con estas cosas.

Mi teléfono tiene botoncito para escuchar sin levantar el auricular (convenientemente denominado por la suscrita Nomegrite!), para hacer conferencias telefónicas (este se intitula threesome en la listica colocada al lado de cada botón), para cortar de plano una llamada entrante (adivinaron, sí, este es dejedejoder), para poner en espera (suaveuntoque) y así sucesivamente. Tiene esa función de marcado rápido que ha tenido el mal efecto secundario que ya nadie se sabe las extensiones de nadie. Y debe tener treinta y cuatro mil setecientas veinte funciones más que yo desconozco porque no termino de entender el manual.

Tiene una pantallita que funciona como identificador de llamadas y los clientes creen que soy parasíquica porque siempre al levantar el teléfono los saludo de primer nombre antes de que se identifiquen. Y en esa infame pantalla, a veces observo con inquietud que en lugar de la fecha, hora, número de mi extensión y un Sole coqueto y chiquito, dice sombrío: “Infos recibidos”.

Eso significa que algún gracioso, en lugar de dejarme un recado con la secretaria o llamarme al celuloso, ha optado por el voicemail, que viene a ser la forma en que le dicen en Escazú a una contestadora telefónica (oseamenentendés?). Y yo no entiendo porqué hacen eso, porque el voicemail se ha convertido en la excusa más aceptada para ser un absoluto irresponsable.

Te llama un cliente y para hacer sentir su desesperación, te dice que lleva semana localizándote en una asunto de vida o muerte y que te dejó un mensaje en el voicemail. Y es cierto porque uno ya ha visto eso de infos recibidas o escucha el tonito ronco que agarran unos teléfonos para anunciar del mensaje. Pero con toda la cáscara, conozco a más de uno que muy campante responde “Pucha, me hubieras mandado un mail, o me dejás un mensaje en el celular, o con mi asistente, la secretaria, la recepcionista o cualquier otro ser humano que te hubiera contestado, porque lo que soy yo, nunca reviso el voicemail”. Lo lógico sería que a uno lo mande a la mierda el cliente, le recuerde quién es el que está pagando tu salario y exija que te pasen a otra cuenta. Pero no. El cliente lo acepta manso como un corderito borracho y es el fin de la discusión.

Yo soy de esos que se rebeló contra el correo de voz y me niego a escucharlo. A veces hasta por semanas. Y aunque me acosa el mensajito que me dice que alguien me está esperando con un recado, me siento en la arepa voladora y me niego, me niego, me niego a escucharlo. Es un capricho. Yo sé. Y lo acepto.

Pero a veces, como hoy, me dan ataques de profesional responsable y conciente de que me debo a mi público (los clientes) que tienen derecho a interrumpirme en cualquier momento, y que la tecnología me obliga a estar siempre localizable, así que me hecho el firme propósito de revisar el correo de voz cada vez que algún gracioso opta por usarlo.

Hoy veo el insufrible mensajito. Levanto el auricular. Marco el número de acceso y luego mi código. Escucho la grabadora: “el mensaje se recibió assher al ser ossho horas con tres minutos de la nosshe". La grabadora tiene acento argentino. Pienso quién será el desgraciado que se piensa que a esa hora aun estoy trabajando y que ojalá sea de verdad una emergencia porque soy capaz de esperarme un rato más antes de devolverle la llamada...

Y en vez de la voz de alguien pidiendo algo, me suena, de cabo a rabo, american pie (o se llama the day the music died? Buéh, la misma cosa). Miento, de cabo, no, empezó con la parte de Did you write the book of love...

No sé si alguien me hizo el favor, como cuando uno estaba de teenager, de llamar y dejar sonar una canción completa al objeto limerado. No sé si lo que se grabó es la estación de radio que usan en otras centrales telefónicas cuando te dejan en espera (y no conozco ninguna compañía o cliente con gustos groovies). Pero me gustó.

Bye, bye Miss American pie…

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octubre 13, 2005

Declaración de amor

- Bueno, ¿en qué quedamos? (pregunto impaciente. A todo esto, por teléfono)

- En que sí, ya te había dicho.

- No me habías dicho que sí. Me dijiste que te sonaba la idea, pero eso no es igual a decir que sí. Cuando la idea te suena es que lo estás considerando, cuando decís que sí, es una decisión definida.(le explico como si fuera novedad que entre las dos cosas existe la misma diferencia que entre la gimnasia y la magnesia e invitándolo a hablar claro)

- No, cuando te digo que me suena la idea, es que estoy de acuerdo, que sí, que SI. ¿Qué más necesitás para entender? ¿Una declaración de amor? Está bien: te quiero, te adoro, siempre te he querido. ¿Así o más claro?

(en suspiro interno: Zi. ¿Sabés? Eso es justo lo que necesito) (Me está vacilando. No, no. Me lo dice en serio. Creo...)

- (me planto y disimulando seriedad le digo) No necesito eso. Necesitaba nada más que me confirmaras sin enredos. Ya me quedó claro. Gracias. (nótese lo seco y cortante de mi tono. nótese que además, lo finjo)

- Perfecto. Entonces ponele candela y empezá de una vez que ya vamos atrasados y me avisás apenas terminés el contrato.

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octubre 12, 2005

El Tren

Mi hermano, de chiquito, además de ser una legítima peste y haber aportado varias nuevas acepciones al verbo joder, era asmático.

La falta de aire lo encadenaba, desde los tiempos de la cuna, apoyado en sus barrotes, a mirar por la ventana a los demás chiquillos que arrastraban rodillas y carritos por el suelo. Cuando el asalto a su oxígeno era particularmente salvaje e inhumano, ni siquiera podía tener esa diversión sádica y cruel de ver a otros hacer lo que a él le estaba vedado.

Y a la vez, eso no le afectaba el carácter. Aunque tuviera las ojeras moradas que delataban las noches en vela robándole un poquito de aire al tiempo o de insomnio en un pasillo del Hospital de Niños y el silbido de un gatito doliente, gris y chiquito en el pecho, aun en los días en los que se veía demacrado y pálido y aceptaba resignado el pánico que le provocaban tantas y tantas inyecciones, se las ingeniaba para sonreír y no renegar de su estado enfermito

En los días que estaba un poquito mejor, faltando diez minutos para la hora, cuando de lejos se escuchaba el pito y presentía el temblor del aire y el estremecimiento quieto que es parecido a un temblor, pero diferente, se me acercaba con sus pasitos de patito, y me tomaba de la mano y viendo hacia arriba encontraba mi mirada sorprendida. Alzaba las cejitas rubias y me decía en su voz de bebito de casi dos años: Chen!

Entonces caminábamos hasta la esquina para verlo en vivo. El en sus mantillas- en aquellos años de tela blanca y su camisetita de rayitas celeste claro. Tan rápido como se lo permitían sus botitas de amarrar y sus piernas corvetas y gorditas. Nos parábamos muy cerca de la línea y él atisbaba inquieto el momento en que el ruido se hiciera máquina.

Cuando finalmente aparecía el tren, su alegría era inmensa. Mientras se sostenía fuerte con su manita izquierda de mi enagua de escuela para protegeser de la correinte de viento, con la derecha saludaba emocionado a los pasajeros asomados en las ventanas y se cubría a ratitos la boca para disimular algún ataque de tos pasajero.

El tren se alejaba siempre demasiado rápido. Y él y yo nos devolvíamos en ritmo de trencito, con él de locomotora, yo de kabus o de vagón de pasajeros, los cien metros hasta la casa, cantando chucu-chucu-chu-chú y pitando en los momentos correctos.

Un día nos fuimos a vivir al otro lado de la ciudad, en urbanizaciones donde la ausencia de trenes escandalosos y vibrantes se consideraba un signo de status y de movilidad social. Al principio, intrigado, se me acercaba, me tomaba de la mano y me decía entre interrogante y esperanzado: Chen? Y yo le tenía que decir que no, que ya no teníamos. Después no preguntó más. Yo, además de olvidarme del asunto y dedicarme a ignorarlo, siempre pensé que su ferrocarrilera obsesión había sido transitoria, típica de cualquier niñito de dos años.

Hasta hace una semana. Veinticinco años después de haber visto su último tren en vivo, mi hermano, el ex asmático, hoy un hombre adulto, grande, graduado y casado, se salió de clases de la maestría para ver el viaje inaugural de su amigo resucitado. Yo supe porque cuando venía manejando, para mi casa desde el trabajo, me mandó un mensaje de texto a mí, a la que ahora ya casi nunca le habla, que decía “Acabo de ver pasar el tren por San Pedro. Iba lleno”.

En medio de la presa, me acordé de todo esto con esa sensación que le pone a uno suavecito la parte del corazón donde se guardan los recuerdos y que los insensibles llaman cursilerías. Si no hubiera sido por la limitación tecnológica que me impide el chateo telefónico, y por la ausencia de del efecto del tono de voz que le pone la emoción de la que a veces carecen los mensajes escritos, le hubiera respondido: chucu-chucu-chu-chú.

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octubre 09, 2005

Porque es algo más que una cara en una camiseta...



A 38 años de su caída,
sabemos que aquí se quedó la clara
la entrañable transparencia,
de su querida presencia.

Lo he escuchado de Los Olimareños y de Cafrune:

Y sepan que sólo muero
si Ustedes van aflojando,
porque el que murió peleando
vive en cada compañero.

(Nota de Sole: Es una estrofa Milonga del fusilado. Alguien que porfis me explique como usar castpost pa que oigan ambas versiones- si les interesa, claro-. Escribir a solentiname_isla@hotmail.com, a ver si lo inaguro)

Y recuerdo la leyenda que me contaron en Cuba, cuando el Comandante, herido, con hambre, se paró frente al cobarde que lo fusilaría y le dijo, viéndolo a los ojos:

"Dispare, que aquí hay un Hombre"

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octubre 06, 2005

El diagnóstico

Algo raro venía sucediendo desde hace tiempo. Se estaba dando cuenta de que todo le salía mal, sin importar el esfuerzo. Lo había notado desde niño, en la adolescencia se había agravado, y ahora de adulto, no tenía ninguna duda al respecto. A veces se opacaba un poco, con los progresos, pero en las tardes de lluvia tenía esa certeza, y sobre todo, tenía miedo.

Si hubiera sido de campo hubiera dicho que estaba torcido y tal vez hasta embrujado. Pero como era animal de cemento, y de educación refinada de maestría extranjera y colegio bilingüe y privado, lo atribuía apenas a la mala suerte o un ocasional problema en su desempeño.

No tenía amigos. Nadie lo soportaba. Por más que intentaba trabar amistad con alguien, a los pocos días o a los pocos años, lo desechaban como un papel viejo. Cambiaba constantemente de grupos, de referencias, de círculos y ambientes buscando alguno que no fuera tan banal ni tan vacío, con el que compartiera intereses y gustos, pero parecía no calzar en ningún lado. Lo escuchaban por un tiempo, pero luego todo era murallas y oídos sordos. Lo ignoraban con todo el descaro. Son crueles, pensaba, y se alejaba furioso. Curiosamente, nunca le faltó con quien compartir su veneno.

Nunca tuvo un empleo fijo. Se dedicó a varias cosas en distintas áreas, pero en todas, igual que con los amigos, a los pocos días, o a los poco años, lo echaban. Despido o renuncia, igual daba. El caso es que nunca logró permanecer mucho tiempo en ninguna parte. Se veía involucrado en problemas de chismes, egoísmos, cuentos y serruchadas de piso. Sus compañeros de trabajo siempre le huyeron y nunca compartieron con él cafés ni tiempos libres. Extrañamente, siempre tuvo mucho dinero.

En el amor era aun peor. Apenas si encontronazos oportunos y muy rápidos, fugaces todos, la mayoría de las veces, vergonzosamente pagados. Nunca entendió que querían decir los demás cuando hablaban de enamorarse y planear la vida juntos e hijos. Un par de veces logró mantener a una mujer a su lado por más de tres meses. Después lo acusó de egoísta, energúmeno, frío y mal encarado y lo dejó para siempre. Ni siquiera le dio tiempo de proponerle matrimonio. Y él que ya tenía el anillo comprado. Insólitamente, cuerpos nunca le faltaron .

No había actividad social donde encontrara acomodo. Siempre era un problema con todo. Roces constantes, gritos, enojos, pleitos, acusaciones, juicios, enemigos, pagos, advertencias, amenazas, burlas, regaños, reconciliaciones falsas y pasajeras. Siempre las mismas recriminaciones. Era claro. Tenía al mundo en contra. Estaba convencido de que era envidia de todos aquellos desgraciados.

Porque al fin y al cabo, había cosas en las que curiosamente, no le iba tan mal. La política por ejemplo. Un puesto de regidor, después de diputado, y por último embajador itinerario, no era cualquier estúpido el que podía conseguirlo. O la finca. Después de aquella expropiación oscura, contrató con algunos dineros que sobraron del presupuesto del ministerio un montón de peones con lo suficiente para vivir y también para esclavizarlos, y ahora la finca producía para abastecer de sobra los negocitos del centro y botar el resto. En los negocios, vendía al contado y sin perdón, inflando y acaparando los productos y los precios de lo que comían y usaban los más necesitados.

Y los viajes. Tres veces al año, desde que empezó el negocio, a tres destinos distintos. En dos años, si todo seguía viento en popa, habría conocido el mundo y comprado la agencia de viajes. De cada rincón, se traía un estrambótico recuerdo para su mansión de lujo, con piscina y jacuzzi, en el barrio caro. ¡Ah! Y su mayor delicia, su carro. Ultimo modelo, forrado de cuero escogido al gusto. Full extras. El radio distinguía por nombre y cantante la canción que estaba sonando. Lo mejor de todo, era hermético. Y así, mientras paseaba por la ciudad, se mantenía ajeno a los ruidos, olores y polvo, y sobre todo, se ahorraba escuchar a los mugrosos con ojitos de locos que le rogaban por una monedita o algún otro sobro. Las revistas de sociedad decían que era muy elegante. Sos el soltero más codiciado del año. Y él posaba para fotos y portadas en su traje Armani y sus zapatos de cuero caro, la camisita francesa con mancuernas en lugar de botones, y la corbata italiana de arabescos estampados.

Para terminar de redondear ingresos, los amigos del gobierno extranjero. Tan simpáticos aquellos machillos y sobre todo, tan generosos. Solo tenía que tener el oído atento y los ojos bien abiertos. Reportes de vez en cuando, una posición firme en los artículos de periódicos y se aseguraba un agradecido pago. Y es que si no fuera por su inteligencia desmedida, por su astucia, no hubiera podido hacer ni la mitad de aquel imperio.

Pero igual, en el balance de las tardes de lluvia sentía que estaba perdiendo. Que algo le hacía falta, Así que decidió consultar con un médico. Los primeros, de la clínica de moda, le aseguraron que estaba muy pochotón, todo perfecto. El sabía que no era cierto. Viajó afuera, pero tampoco dieron con su mal aunque sí con su billetera, regresó quince mil dólares menos rico y con el mismo presentimiento.

Entonces escuchó de un doctor más sencillo, pero famoso por sus diagnósticos certeros. No tuvo problema en obtener una cita. Lo revisó por todas partes con aire preocupado. Le puso electrodos y le midió todo lo que tuviera ritmo en el cuerpo. El le contó sus síntomas y preocupaciones. El doctor lo escuchó atento.

Al final el doctor lo sentó en una sillita angosta. Muy serio, desde el otro lado del escritorio, le dijo:
- No puedo creer que nunca se hubiera dado cuenta... es un caso muy común
- ¿De qué doctor? No le entiendo
- Todo lo suyo tiene explicación. Lo que me sorprende es que no lo hubiera visto antes
- Dígame, ¿Qué es? ¿Tiene cura?

El doctor lanzó un suspiro resignado y sobre los anteojos, le espetó la sentencia-diagnóstico:

- Usted tiene una particularidad en sus extremidades, afecta a las cuatro. ¿Nunca le habían molestado un poco los zapatos? Ese es el signo más evidente. Como si fuera poco, señor, el electrocardiograma y el ultrasonido demuestran una condición que es rara, aunque no mortal. Usted, a diferencia de los seres humanos, tiene el corazón al lado derecho y le late siempre al mismo ritmo. No registra ninguna emoción o sentimiento. Sus dos manos son derechas. Sus dos piernas también son derechas. Por eso todo en su vida tiende siempre al mismo lado. Lamento mucho, de verdad, ser yo el que se lo diga, pero la falta de izquierda en su vida acabará por matarlo.

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octubre 01, 2005

El atraso

Advertencia: Esto es un cuento. Es ficción. No necesariamente refleja mi opinión, ni mi vida, ni mis valores, ni mis decisiones. (digo, por aquello de los coleópteros o la liga itinerante cibernética de la moral y las buenas costumbres).

- Qué dicha que pudiste venir. Me urgía hablarte.
- Bueno, ya vine, ¿qué es la emergencia?
- No me hablés en ese tono. Espérate a que te cuente.
- Rápido, que no tengo tiempo. Tengo que estar en mi casa a más tardar a las ocho.
- Tengo un atraso.
- ¿Un atraso de qué?
- De cinco días. Un atraso
- ¿Para eso me llamaste?
- Bueno sí. Yo nunca te dije que ese día no estaba tomando pastillas, me las habían quitado por un mes. Pero por eso quería preguntarte y estar segura. Vos, cuando te operaste, te hiciste todos los espermogramas ¿verdad? Salieron en cero, ¿verdad?
- Claro. Ya te lo he dicho como mil veces.
- ¿Te los hiciste varias veces?
- Por lo menos cuatro
- Yo sé que es imposible, por fechas no me salen las cuentas, por tu operación, por todo, pero no dejo de asustarme. Por eso quería hablar con vos, para preguntarte del espermograma y además para no pasar esta preocupación horrible sola.
- Querías preocuparme a mí. Te felicito, ahora estoy hecho mierda y preocupado.
- Es la fecha, eso es todo. Aunque mi cerebro sabe que no es cierto, siempre me queda la duda. No duermo, no como, lloro, me río. Salgo a la calle, y veo, en cada esquina, mujeres embarazadas, bebés de brazos, cochecitos, juguetitos, ropita, zapatitos, comida de bebé, y lo peor, es que se acerca el día de la madre. Hay anuncios de eso en cada canal, en cada periódico, en cada esquina. Entro a mi casa y pienso que en dónde lo voy a meter, quién lo va a cuidar, quién me lo va a ver.
- Vos estás loca
- Tengo un amigo que en el último examen le salieron ciento veinte millones de espermatozoides. Ciento veinte millones. Ese escupe y te embaraza
- Talvés se hizo el examen muy pronto. Es que hay que esperarse un rato antes de hacerse las pruebas.
- No, él no se hizo la vasectomía, pero yo le revisé el examen y hasta le dije que era macho probado. Ahora la esposa de él va a tener gemelos. ¡gemelos! ¿Te imaginás? Yo me muero.
- Pero veamos las cosas con calma ¿Cuándo tenía que haber llegado? ¿Es normal que tengás atrasos?
- No sé, creo que el viernes pasado, pero desde hace diez años que tomaba las pastillas y esta es la primera vez que no sé con exactitud cuando era que llegaba. No puedo pensar en otra cosa. Pienso como le voy a decir a mi mamá que va a ser abuela, a mis hermanos, a mi jefe. Pienso, en mi trabajo, en dos bracitos y una pelotita que llora, un pitufito que me dice mamá...Eso, y también he tenido mucho estrés en la oficina, yo leí en algún lado que eso a veces, la atrasa.
- Dejá de pensar en eso, es peor para vos. No va a pasar nada. Nada. ¿Me oís?
- ¿Cómo sabés? No me ha bajado. Ya van cinco días y no me ha bajado. A ratos me pongo a pensar que ya el bebé ya viene, y me acaricio la panza y me lo imagino ahí, minúsculo, flotando. Hasta me pongo a pensar que si es varón se va a llamar Santiago Salvador y lo voy a educar para que sea de izquierda. No quiero una mujercita. No sabría que hacer con ella, ni como tratarla. Pero luego me pongo a pensar de donde voy a sacar el tiempo y la plata para mantenernos.
- Tranquila, tranquila
- ¡!Qué tranquila!! ¿Sabés lo que significa ésto? Que nadie me va a querer nunca, que voy a quedar como madre soltera, que nadie va a querer una solterona que carga un hijo de un extraño, que me voy a hacer gorda, amargada y vieja, que a cada chavalo que me admire las piernas va a salir corriendo cuando le diga que tengo un hijo, que ahora sí me coroné en el jueguito del sufrimiento, y que a vos no te importa.
- ¿Ya hablaste con el doctor? Puede ser que estés enferma y sea por eso
- ¿Para qué? Me manda directo al laboratorio. Y me va a hacer preguntas. De esas que vos me tenés prohibido que conteste so pena de abandono.
- ¿Porqué no te hacés la prueba del embarazo y salís de dudas?
- Te voy a decir porqué. Por que si sale positiva, ya no hay marcha atrás, se acaba la última esperanza de ir al baño corriendo en las mañanas buscando una mancha, una señal que me diga que todo era mentira o que, por lo menos, estoy ante un aborto espontáneo. Por que si sale positiva, el viernes agarro mis ahorros y el avión para Miami, me interno dos días y me regreso el lunes, y me despido de tener un hijo, porque en este momento de mi vida, no quiero cargar con eso. Y se acabó. No lo supo nadie, solo vos y eso no cuenta.
- No hablés así. Estás loca. Eso es un delito.
- En Estados Unidos no. Más delito sería que alguien como yo tuviera un hijo. Me da horror maltratarlo, lastimarlo, hacerlo pasar por el infierno del que yo vengo. No quiero eso para nadie, mucho menos para mi hijo. No quiero que tenga a mi mamá de abuela. No lo quiero ver llorar en un rincón porque nadie lo quiere y se siente solo. No quiero verlo retraído detrás de un libro, sin amigos. No lo quiero ver hablando solo, preguntándole al viento donde está su papá, que le cuente cómo era. Solo una cosa te digo. Si pasa una semana y nada, me hago la prueba. Yo te llamo para avisarte.
- Pero tranquila. Te estás ahogando en un vaso de agua. Mirá, es imposible un embarazo. Las pastillas te protegen por más tiempo, yo tengo los tubos cortados, las fecha no concuerdan.
- ¿Y si tu operación salió mal? ¿Y si se juntaron de nuevo los tubos?
- Para nada, si fuera así, ya habría muchas Nicolitas más corriendo por ahí desde hace un mucho tiempo...
- Es que sos bien descarado....
- ¿Qué te pasa? Es cierto. Nosotros no nos cuidamos, y después de Nicole no ha habido ningún otro bebé a pesar de ... todo.
- No, no es eso..
- ¿Entonces?
- A tu amante no se le dice que te cogés a tu mujer sin previsión y las suficientes veces al año como para que ya hubieran habido muchos embarazos.


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